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Un día menos




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Conforme pasan los días, al más puro estilo de los AA debemos de decir “sólo por hoy”, al restarle un día a las campañas políticas que culminan con las elecciones exactamente dentro de 19 días.

Paciencia para seguir escuchando durante 19 días más, promocionales, noticias, reportajes y entrevistas de todos los contendientes desde que amanece hasta que oscurece.

 

 

Se trata de 19 valiosos días para los candidatos que ya no saben qué hacer para hacerse pasar por los más simpáticos (a juzgar por sus actitudes), los más guapos (a juzgar por su peinado de salón y maquillaje discreto), los más populares (a juzgar por sus improvisadas actitudes populistas ante los grupos más distantes a su medio).

 

 

Hay un esfuerzo sobrehumano para proyectar la imagen de la que adolecen, y sobre todo cómo consideran que sus destinatarios deben de verlos para sentirlos suyos.

 

 

En tanto, están aquellos que cruzan los dedos y basan su futuro en la llegada de algún candidato para cambiar el rumbo de su vida.

 

 

En estos grupos están los publicistas, los encuestadores, los constructores y hasta algún otro compañero que busca colarse para que la revolución le haga justicia.

 

 

No podemos hacer de menos a otro grupo, numerosísimo por cierto, que busca “una oportunidad” dentro de la estructura burocrática para llegar a un puesto público que garantice un buen sueldo y la coyuntura para hacer los anhelados negocios; y si no me lo creen, ahí les va una de las miles y millones de anécdotas que son el pan nuestro de cada campaña.

 

 

Una persona representante de importante grupo de poder, pidió a su personaje de confianza incrustada en un puesto público, una oportunidad para una protegida que aseguró era viuda y madre de dos hijos, y desprotegida de toda oportunidad.

 

 

El funcionario comprometido con el amigo otorgó el puesto, pero a los pocos días el recomendador se presentó para dar las gracias por el “favorcito” sólo que para entonces ya fue claro y preciso e insistió en que el favor era para que su recomendada fuera colocada “donde hay” para que pudiera hacer su luchita para tener sus buenas extras, porque del salario, sólo podría pagar combis.

 

 

Después de todo, esto es sólo una anécdota de las que se viven diariamente en el sector público, al que los más llegan para ver “qué se puede hacer” lejos del compromiso que pronuncian al rendir protesta.

 

 

En este contexto también existen en cada campaña aquellos que dicen que “de corazón” pertenecen a un partido político.

 

 

No faltan los que expresan que están tan agradecidos con el candidato, que hasta ofrendarían su vida por él.

 

 

No hay que descartar a quienes cínicamente están con todos los candidatos porque asisten a todo tipo de reunión, y por debajo del agua hacen fluir informaciones sobre el contrincante y hasta determinado tipo de apoyos a la campaña.

 

 

En fin, que las campañas políticas nos ponen tal como somos: miserables por naturaleza.

 

 

Y a propósito, en México hay unas plantas que se llaman “las trepadoras” y que ahora en esta época se han multiplicado, y son tanto hombres como mujeres.

 

 

Al final de cuentas, todo es la lucha por la chuleta, y la oportunidad de acabar con la mediocridad de una vida, cuando se vive entre espejismos y entre mitómanos.

 

 

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