A todos les duele la muerte de Juan Gabriel, menos a Hacienda. Y es que el Divo de Juárez murió debiéndole dinero.

Alberto Aguilera Valadez, que era el nombre real del cantautor, a veces dejaba de pagar sus impuestos o reportaba ingresos muy por debajo de lo que realmente ganaba. Por culpa de estas malas prácticas hacendarias, incluso llegó a ser detenido en junio de 2005, en el aeropuerto de Ciudad Juárez, Chihuahua, por la Procuraduría General de la República, (PGR), por el delito de defraudación fiscal. El monto defraudado ascendía, en ese entonces, a 4 millones de pesos.

En 2011 hubo otro problema: se supo que el cantante tenía un adeudo de 18 millones de dólares en Estados Unidos. Y como el fisco allá tampoco perdona, Juanga estuvo a punto de perder sus mansiones en Las Vegas y en Florida.

Por ley, sin importar de quien se trate, una persona que muere debe pagar al fisco todo lo que adeuda. En el caso de Juan Gabriel, se hará la cuenta de lo que debe con base en su herencia, que es de 30 millones de dólares, o 558 millones de pesos, que son el producto de su carrera de 40 años. Ninguna deuda se cancela por fallecimiento, de acuerdo al Servicio de Administración Tributaria (SAT).

Alberto Aguilera ya había acordado pagar su deuda a plazos, pero la ley señala que los herederos o el albacea de la fortuna, deberá ser quien se encargue de saldar dichos adeudos.

Con datos de Expansión