Se empecinan, se obsesionan en negar lo innegable.
Pero vayamos por partes.
1. En primer lugar, ahí está a la vista de todo el país la indiferencia presidencial frente a la elección poblana. Hay que decirlo, no sólo en Puebla, también en Tamaulipas, en Chihuahua, en Aguascalientes es claramente perceptible la indiferencia de la cúpula nacional.
No así en Oaxaca, donde el junior Alejandro Murat Hinojosa ha recibido todo el respaldo del súper secretario de Educación Pública Aurelio Nuño o la elección en Veracruz e Hidalgo que son directamente supervisadas por el secretario de Gobernación Miguel Ángel Osorio Chong.
Pero en Puebla nada de eso sucede. Blanca Alcalá es como un alma en pena, como “la llorona”, que sola recorre el estado acompañada de una burbuja simuladora.
¿Dónde está la mano del presidente Peña Nieto? ¿En qué momento el gabinete federal hizo acto de presencia en Puebla? ¿En qué momento se van a volcar los recursos de Sedesol, de Sagarpa?
Los priistas poblanos no pueden ocultar que desde la residencia oficial de Los Pinos están abandonando –deliberadamente–, a Blanca Alcalá.
Y esto se explica por la estrategia que hace semanas apuntamos en esta Cúpula.
Rafael Moreno Valle es el alfil azul del régimen peñista; es el aliado por antonomasia; el brazo panista del aparato federal.
Enfatizamos que en los Pinos ven con desagrado e incomodidad el crecimiento de Margarita Zavala de Calderón, por lo que necesitan urgentemente de un contrapeso dentro del mismo panismo; alguien que en determinado momento pueda parar a la señora, descarrilar sus aspiraciones; formar un frente albiazul para chocar con su proyecto y sacarla del juego antes de llegar al 2018.
Por esta razón fundamental el presidencialismo peñista necesita de su alfil azul predilecto: el gobernador Rafael Moreno Valle.
Esta es la verdadera razón por la que el aparato federal mantiene las manos fuera de Puebla. La candidatura de Blanca está abandonada y eso no lo pueden ocultar los discursos de Estefan, de Armenta, García Olmedo, entre otros.
2. El priismo poblano atraviesa por el peor de sus momentos.
Ya lo hemos apuntado; la base tricolor se está fracturando, se está fisurando. Los viejos y tradicionales liderazgos se alejaron de su dirigencia.
Y esto no es de ahora. Esto viene desde el sexenio de Mario Marín Torres, quien dejó el aparato de partido en manos de Valentín Meneses Rojas y Alejandro Armenta Mier.
Pero la estocada final la vinieron a dar las presidencias de escritorio de Pablo Fernández del Campo (acompañado del mercenario Fernando Moreno Peña) y posteriormente la dirigencia de Ana Isabel Allende Cano.
Esas dos últimas directivas fueron el desastre mayúsculo para el tricolor; alejadas, ajenas, distantes de la base militante.
Si Pablo o Ana Isabel tuvieran algún liderazgo estarían operando directamente en la campaña; pero no, al contrario, tal parece que les pidieron: “por aquí ni se aparezcan”.
En ese contexto ungen a Blanca como candidata, quien desde el primer día de la precampaña, hasta estas fechas, ha sido permanentemente exhibida, vapuleada con claras evidencias de corrupción, envilecimiento y ruindad.
En privado, en secreto, los priistas reconocen que Alcalá es la candidata más vulnerable que pudieron elegir.
La señora no se da cuenta del descrédito que la ha marcado porque en este momento aún está en campaña: todavía está rodeada de una burbuja que simula apoyarla; pero al día siguiente de su derrota, nadie estará con ella. Será la priista impresentable, la innombrable, la sombra de Enrique Agüera.
Aún no se percata de que la suerte se le acabó y que el lunes siguiente a la jornada electoral su carrera política estará liquidada, cancelada en forma definitiva.
Cuando termine su periodo como senadora, su protector Emilio Gamboa Patrón la podrá colocar en una delegación federal o en otra encomienda equivalente; pero la carrera política hasta ese domingo llegó. Ya no habrá más futuro, a partir de esa noche será un cadáver político.
Al tiempo.
Como siempre, quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.
