Tuesday, 07 de May de 2024

Martes, 02 Febrero 2016 02:31

Leobardo Soto: el líder sindical al servicio RMV




Written by  Javier Arellano Ramírez

Como tantos otros, siempre se dijo “soldado del PRI”.


 

Su ascendencia, su clan siempre se benefició del aparato priista. Como pocos, como unos cuantos, durante décadas, abrevó de las jugosas mieles del poder político poblano.

 

Se enriqueció de una manera salvaje gracias al cobijo que los gobernadores del “partidazo” les brindaron.

 

Sin embargo en la historia reciente se dio un episodio que permitió medir la lealtad partidista y la institucionalidad de Leobardo Soto Martínez: la campaña priista de 2010 en la que fue postulado Javier López Zavala.

 

El carácter claridoso y atrabancado de Leobardo genera que en ocasiones exprese su claro desacuerdo, su renuencia o rechazo a apoyar a determinado candidato. Pero en el caso de Zavala no podía decirle al gobernador Mario Marín que el candidato no era de su agrado.Por eso encabezó reuniones, presidió asambleas con sectores sindicalizados, hizo tenues, tibias declaraciones. En fin, guardó las formas que todos los priistas mantuvieron. Y luego de los resultados electorales hizo un discreto, casi imperceptible mutis de la escena política. Durante meses guardó un hermético silencio, como nunca antes lo hizo.

 

Empero, por debajo de la mesa Leobardo ya acariciaba otra rodilla, que de ninguna manera era tricolor, en realidad era blanquiazul. Meses después apareció como la cabeza de la central sindical beneficiada ampliamente por el gobierno de Rafael Moreno Valle. Y en este sentido no se guardaron las formas. La central sindical recibió inocultables réditos por someterse a las indicaciones y designios del gobernador.

 

Leobardo no tiene reservas para negociar con el color que sea con tal de obtener beneficios. Así lo hizo también en Tehuacán cuando amarró con el panista Eliseo Lezama Prieto la creación de un nuevo sindicato de trabajadores del Ayuntamiento, una organización altamente corrupta y codiciosa, dirigida por la voraz Ivonne Morales Luna. Pero a Leobardo no le interesan los enjuagues que se hicieron con Eliseo, los brutales aumentos salariales para una cofradía sindical, la venta de plazas o la compra de una camioneta a nombre personal de una dirigente. Para Soto todo eso es peccata minuta; él está acostumbrado a eso y más. Lo único que le interesa es su rebanada de pastel.

 

Hoy Leobardo Soto, el mismo que sin empacho, sin pudor, ni rubor ha servido a los intereses del gobernador Moreno Valle (y que en el gobierno panista se benefició tanto o más  que en los sexenios priistas), sale a levantarle el brazo a Blanca Alcalá Ruíz y asegura que lo hace “sin simulaciones”.

 

¿Con quién está la lealtad de Leobardo Soto? ¿Con los trabajadores, con los obreros? ¿Con las clases populares? ¿Con el partido político al que dice pertenecer? ¿Con los candidatos de ese partido?

 

Quienes conocen a Soto saben que sólo obedece a un mayúsculo apego: el de sus intereses y conveniencias personales.

 

¿Qué vale la foto de Leobardo Soto levantando la mano de Blanca Alcalá?

 

 

Vale el mismo tiempo que tardó en marcarle al gobernador Moreno Valle para ofrecerle una explicación.

 

Al tiempo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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