Friday, 26 de April de 2024

Martes, 20 Septiembre 2016 02:31

Seguridad sobre libertad




Written by  Irma Sánchez

Si usted analiza los resultados de las encuestas que se han realizado las últimas semanas en el país, descubrirá que el problema que nos quita el sueño es el de la inseguridad que enfrentamos todos, y dejamos los fenómenos de la impunidad, la corrupción y la economía decreciente en segundo lugar, convencidos de que con seguridad es posible ser, hacer y enfrentar todo lo que venga.


Sin embargo, cuando los encuestadores vía telefónica o en la calle le preguntan a los ciudadanos “si estarían dispuestos a ceder un poco de su libertad” para efectos de implementar operativos de seguridad y control; la respuesta empata al 50 por ciento. La mitad acepta y la otra mitad salta y se opone.

 

¿Cómo trabajarla?

 

Porque aun los que se oponen exigen a las autoridades que garanticen la paz, el respeto y hasta que apliquen penas máximas.

 

El tema me recuerda a un distinguido y reconocido político que en algún momento de polémica sobre la pena de muerte analizaba en corto la conveniencia de recurrir a se legislara con mucho cuidado y con la participación responsable de todas las corrientes, pero reconoció que “los políticos los diputados, los senadores, y el presidente mismo no estarían de acuerdo porque no es política”.

 

Esta postura que de antemano sabemos que sería rechazada por el grueso de la sociedad, hay que admitir que huele a reaccionaria y retardataria.

 

Por lo tanto, debemos de tener en cuenta que para trabajar en castigos y penas para los máximos delitos y los delincuentes, el actuar debe ser políticamente correcto.

 

 Ejemplo de lo “políticamente correcto” de acuerdo con las últimas reformas, los borrachos que conducen autos y matan, se les libera en menos de 72 horas.

 

Otro caso de lo “políticamente correcto” es el que a los delincuentes de cuello blanco se les absuelva porque sus abogados con amparos y con la aportación de uno que otro dato logran su impunidad.

 

Y a los violadores de niños no se les detiene porque muchos son integrantes de un grupo de poder.

 

Por lo que está visto que nuestros cuerpos de seguridad sólo detienen a micronarcotraficantes, quienes en su pecado llevan su perdición.

 

 Es decir que a los que se muestran “poderosos” en lo económico y hasta gustan de dar entrevistas y destacar en páginas de sociales, son invisibles para la justicia.

 

En México y nos quedamos con el caso Puebla, las voces insisten en que las violaciones y los crímenes son terribles, pero usted y yo lo sabemos, todo queda en datos estadísticos. No obstante, la sociedad está molesta, de todo nos inconformamos, por todo protestamos pero sólo en nuestro medio. Y si nos proponen medidas que nos lleven a sacrificar “algo” a través de revisiones en retenes, estamos dispuestos a ceder a cambio de que nos garanticen la seguridad.

 

Consideramos el riesgo de perder por momentos la libertad para regresar a la normalidad de una sociedad que enfrenta entre otros fenómenos el secuestro, y que en circunstancias resulta ultrajada y envuelta en las raterías más grandes de los políticos que cada día hablan de medidas que sólo son aspirinas para el cáncer que enfrentamos de la descomposición de la sociedad. 

 

 

 

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