Recientemente, se volvió viral en las redes el caso de Daniela, una chica nicaragüense que fue secuestrada por el cártel del Golfo y los Zetas para ser explotada sexualmente. Su historia es dolorosa y terrible, pero por desgracia, no es rara en México ni en Latinoamérica.
Pero de hecho, tampoco lo es en otras partes del mundo. El abuso sexual es una práctica muy extendida, incluso en países con bajos índices de criminalidad (en comparación con México) como Canadá. Ni México es el centro del abuso sexual del mundo, ni Canadá es un paraíso sin crímenes. Y las víctimas siempre son los más débiles. En el caso del país del norte, se trata de los indígenas americanos, ese grupo de nativos de los cuales quedan muy pocos, y que tienen en común el vivir marginados, discriminados, en la pobreza y en la explotación laboral.
Solamente 4% de la población de Canadá es indígena, pero este grupo minoritario constituye el 50% de las víctimas de tráfico sexual en este país. CNN ha presentado una investigación que sirve para respaldar la fundación Ma Mawi Wi Chi Itata Centre, una asociación que se encarga de dar seguimiento a los casos de explotación, y apoyo a sus víctimas. Cuentan la historia de Lauren Chopek, quien es una sobreviviente dispuesta a romper el silencio para denunciar estos crímenes. Ella fue usada para servir sexualmente cuando apenas tenía 14 años de edad, en Winnipeg. Ahora, a sus 19 años, reconoce que vivió mucho tiempo sintiéndose sucia, como si lo que le ocurrió fuera su culpa. Y por eso no quería hablar. Pero ahora sabe que en ese momento ella era solamente una niña, y que ahora puede volver a recuperar la calma y la tranquilidad en un sitio que la ha acogido y le ha brindado protección.
Gracias al proyecto de liberación de las víctimas, de CNN, se ha dado a conocer información importante que puede ayudar a las autoridades a proteger a las personas que son o han sido víctimas de la trata sexual. ¿Cómo? En primer lugar, dando a conocer los hechos. Previniendo a la población y tratando de cambiar la mentalidad racista hacia las personas indígenas, para tratar de evitar que sean vistas como meros objetos. Y además, han informado de la forma de operar de estos grupos delincuenciales, los cuales funcionan de una forma que no es distinta a como operan en México y otros lugares de Latinoamérica.
El reclutador finge enamorar a la víctima, la seduce y la engaña para que se vaya con él, y luego, la pone a trabajar o la vende. La prostituye con ayuda de internet. No solamente son mujeres. También personas transgénero, y lo peor, niños y niñas. Sus fotografías son puestas en internet, en sitios que se anuncian como proveedores de servicios de escort, pero con la peculiaridad de que se las anuncia como chicas “inocentes”, “nuevas en la escena”, o simplemente, “jóvenes”. Se especifica que son chicas nativas y que están disponibles “24/7”. Este delito puede generar, por año entre 168 y 336 mil dólares canadienses para un tratante de blancas. La policía de Toronto ha encontrado casos de mujeres que pueden llegar a generar, por cada una, hasta 90 mil dólares en tres meses.
Diane Redsky trabaja en este centro de ayuda y se encarga de organizar las diferentes actividades de apoyo a las víctimas de trata que consisten en brindarles casas donde puedan ocultarse de sus tratantes, rehabilitación y programas de prevención, sobre todo en Manitoba, donde este delito suele reclutar a sus principales víctimas. Redsky observa, como nota importante, que esta explotación obedece a que de por sí estas niñas provienen de un círculo de violencia, marginación y explotación, lo que las hace víctimas fáciles.
“Es muy difícil luchar contra esos estereotipos cuando que, como mujer indígena, el abuso de la sociedad entera se dirige hacia ellas”. Lo que esta activista pretende es cambiar la mentalidad de la sociedad para dar un nuevo enfoque sobre la gravedad de estas prácticas de explotación. Gracias a su esfuerzo, el gobierno de Manitoba se ha comprometido a ayudar con 10 millones de dólares canadiense al año para financiar las actividades de rescate de los grupos vulnerables, una cifra realmente importante considerando que la población afectada, la de los nativos, es de sólo un millón de personas.
Otra historia similar es la de Tanay Little, la cual muestra cuán dañino puede ser el abuso en la vida de una persona. Ella fue explotada sexualmente desde los 11 años, cerca de su casa. Una chica mayor, que pretendía ser su amiga, la fue atrayendo a las drogas y luego, la introdujo en la trata con fines sexuales. “Recuerdo que una vez me pusieron en una habitación, y primero entró un chico, y luego otro, y tuve que tener relaciones sexuales con los dos. Después de eso, me permitían drogarme. De no haber accedido a tener sexo, me hubieran violado agresivamente entre varias personas. Así que era mejor ceder, explica Little. Cada una de las chicas debe entregar a su tratante entre 1000 y 2000 dólares canadienses, explica Redsky
El proyecto de CNN busca terminar con esta forma de esclavitud moderna. Y ocupa mucha energía y recursos en investigar y empujar a las autoridades para que se dediquen a investigar y resolver estos casos. Por desgracia, tanto los canadienses como los mexicanos tienen un largo camino que recorrer todavía en lo que se refiere a la trata de personas.
Con datos de CNN y Ma Mawi Wi Chi Itata Centre
