El delegado de Sedatu, Román Lazcano, secundado por tres o cuatro muchachones del partidazo, intentó una arenga mientras Blanca Alcalá reproducía el discurso que había sido filtrado horas antes a los medios de comunicación.
“¡Fuera Rafael! ¡Fuera Rafael! ¡Fuera Rafael!”.
Ningún priista siguió la corriente. Ni los de la cúpula ni los de la base, quienes miraron con sorpresa el arrebato del delegado, sin embargo, pasados unos minutos, volvió a intentarlo.
“¡Fuera Rafael! ¡Fuera Rafael! ¡Fuera Rafael!”.
Esta vez, con la mirada la candidata lo silenció, para poder concentrarse en armar el discurso parchado por su war room de traidores.
Una vez el fantasma del morenovallismo se hizo presente en un acto tricolor, pero nadie se atrevió a mencionar su nombre.
Ni el del gobernador ni el del candidato panista.
La candidata leyó un discurso que, conocido por adelantado, perdió frescura, emotividad e impacto.
Manlio Fabio Beltrones, quien hizo esperar a los priistas poblanos seis meses para visitarlos, se contagió de la prisa por acabar un acto sin ritmo, absolutamente desorganizado, pese a que se consiguió el objetivo de llenar un inmenso salón aun sin las huestes de la CTM o de Antorcha Campesina.
Y aunque arremetió con más potencia, tampoco puso nombres ni apellidos.
Los delegados convencionistas sólo se prendieron cuando el sonorense proclamó que debía evitarse la reelección del gobernador, a través de un candidato sumiso.
Sin embargo, como el presidente del CEN no llevó un discurso preparado y sólo improvisó sobre la marcha, sus ideas nunca alcanzaron un clímax.
Otro fantasma sobrevoló la unción de la candidata.
Mario Marín fue expulsado de la campaña y ni las gracias le dieron.
Luego de la polémica innecesaria con la periodista Lydia Cacho, el war room cortó por lo sano y alguien le pidió que ya no se apareciera por ahí.
El ex gobernador se fue, pero su espíritu no, ya que al final del discurso de Beltrones, se proyectó un video que machaconamente insistía en que “no es él, es ella”. Y aunque todo mundo sabía a qué se refería, todos prefirieron fingir demencia.
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La toma de protesta de Blanca Alcalá como candidata de unidad del PRI a la gubernatura fue atestiguada por cerca de 17 mil delegados que la ungieron, pero contrario a lo esperado no se presentó la algarabía, a pesar de la presencia masiva de priistas, que en su mayoría fueron recompensados con la clásica torta y el refresco por acudir al evento partidista.
Gracias a la desorganización que privó, los asistentes ni cuenta se dieron cuando la Comisión Estatal de Procesos Internos le entregó la constancia, pues el staff no pudo evitar que los fotógrafos se subieran al escenario, quienes formaron una valla, misma que obstaculizó el observar la escena por los asistentes.
Los priistas encontraron como su lema de batalla la rima “¡Puebla, ya es hora; Blanca Gobernadora!”. Fue el único grito en el que encontraron uniformidad.
Mientras la ex alcaldesa de Puebla emitía su discurso al gobierno de Rafael Moreno Valle, para quien, otra vez, no tuvo el valor de nombrarlo directamente, tenuemente se alcanzó a oír “Fuera Rafael”.
Ni diez segundos logró mantenerse la petición, la que no fue apoyada por la propia Blanca Alcalá o el líder nacional del Revolucionario Institucional, Manlio Fabio Beltrones, quien estaba en primera fila rodeado de decenas de priistas.
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El equipo de campaña de Blanca Alcalá se mantiene como una coladera. Así como su grupo más cercano le filtró fotografías y videos abordando y descendiendo de un helicóptero –la práctica que le criticó al morenovallismo–, su discurso fue enviado a los medios de comunicación, horas antes del acto protocolario.
Con ello, perdió sorpresa su discurso en contra de los Proyectos de Prestación de Servicios (PPS), de fortalecer a las empresas poblanas, de regresarles su autonomía a las juntas auxiliares y su postura en contra de los feminicidios.
Aunque se esperaba que el contenido del discurso únicamente tuviera ataques contra el régimen estatal, de manera sorpresiva, Blanca Alcalá utilizó la frase de campaña de Rafael Moreno Valle, una de las de mayor impacto en 2010.
“Los poblanos ya abrimos los ojos, y no los volveremos a cerrar”, expuso la priista, ante sorpresa de propios y extraños.