javier arellano Javier Arellano
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Doger versus Rivera: la guerra del archivo

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Doger versus Rivera: la guerra del archivo
Doger versus Rivera: la guerra del archivo

Corría el año 2017. En su momento los hechos fueron del conocimiento de la opinión pública. Eukid Castañón no tuvo que hacer muchos esfuerzos para convencer a Moreno Valle de iniciar la formal inhabilitación de Eduardo Rivera Pérez.

El Congreso del Estado se lanzó en su contra; fue una verdadera aplanadora; medios estatales publicaron las evidencias de un latrocinio sin precedente.

Finalmente y luego de algunos días de espectáculo legislativo Rivera Pérez fue inhabilitado para ocupar cualquier cargo público por un periodo de 12 años. Sin embargo, meses después un amparo lo salvó de permanecer congelado durante más de una década. Una sanción que hubiera concluido hasta 2029.

Como todo lo que sucede en política debe leerse en sus diferentes aristas. Por supuesto que fueron reales las anomalías e irregularidades de aquel primer Ayuntamiento de Eduardo Rivera.

Lo que hoy estamos presenciando con la opaca concesión de los parquímetros, los contratos de la obra pública, los “box lunch”, entre otras anomalías, son el segundo episodio de un grupo voraz y corrupto.

Empero también es cierto que aquella inhabilitación fue producto de una venganza más del morenovallismo. Uno de los operativos montados por el maestro de los escarmientos. Sucedió que Rivera Pérez no accedió a los porcentajes que le exigía el grupo en el poder y fue castigado. Aunque también buscaban decapitar su carrera política; pretendían que jamás volviera a la escena pública.

Hay que decirlo, uno de los grandes beneficiados con la caída del helicóptero Agusta fue Eduardo Rivera quien luego del accidente pudo reconstruir su trayectoria.

Sin embargo, los datos sobre la corrupción están ahí, en el archivo. Las anomalías fueron -como lo son ahora-, inobjetables e indiscutibles.

Por donde Eduardo camina queda demostrado que tiene las uñas muy largas y sus colaboradores más cercanos también. Cada vez que estos yunquistas tienen oportunidad de administrar recursos públicos muestran la misma voracidad.

En horas recientes Enrique Doger Guerrero sacó datos del archivo para demostrar que la corrupción de Rivera no es algo nuevo; que los malos manejos vienen desde su primer Ayuntamiento.

Por momentos pareciera que el ex rector es vocero de si mismo y entra en un debate personal con el candidato del PAN. Es otro de los sellos característicos de Doger; todo lo convierte en una pugna particular.

También es evidente que Eduardo Rivera ya no siente lo duro, sino lo tupido. Aquella seguridad que mostraba se está diluyendo. El candidato de la oposición es un boxeador que está contra las cuerdas. A veces mete las manos para evitar la tunda, pero en otros momentos queda abatido por los puñetazos.

Desde las acusaciones contra Fernando Cortés quedó claro que Rivera ya no tiene respuestas; que en algunos temas simplemente no tiene defensa. Cada día de su campaña evita, elude a los medios de comunicación críticos. En aquella ocasión tuvo que salir apresurada, atropelladamente.

Quien se mostraba como el guerrero del panismo hoy se ve disminuido, opacado. Por momentos parece que quiere tirar el arpa.

Falta mes y medio de campaña y Rivera Pérez está contra las cuerdas.

A este paso es probable que hasta Fernando Morales de Movimiento Ciudadano lo alcance en intención de voto. 

Tal vez ahora acepte que perdió la única opción viable que era buscar un escaño en el Senado de la República. Pero ya es demasiado tarde.

Como siempre quedo a sus órdenes.

X @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com

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javier arellano

Javier Arellano

Experimentado periodista de Tehuacán con una trayectoria de 30 años en prensa y radio; su columna Cúpula se publica desde el año 1998.