A más de un mes del derrumbe en la autopista 150-D Orizaba-Puebla, el cierre de esta importante vía continúa impactando severamente a los transportistas de carga pesada que trasladan materia prima y mercancías desde Veracruz hacia municipios clave en Puebla como Huixcolotla, Tecamachalco, Tehuacán, Tlacotepec de Benito Juárez y Yehualtepec, entre otros.
Los transportistas, quienes cargan productos como sorgo, maíz, pasta de soya y mercancías diversas, han tenido que recurrir a rutas alternas como la de Xalapa, lo que ha incrementado significativamente los costos operativos debido al mayor consumo de combustible y tiempos prolongados de traslado.
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“El gasto se ha disparado. Antes gastábamos menos tiempo y diésel en llegar a Tecamachalco o Tehuacán, pero ahora la ruta por Xalapa nos cuesta el doble en algunos casos”, señaló uno de los conductores afectados.
El derrumbe, ocurrido el pasado 26 de octubre, dejó inhabilitada la circulación hacia Puebla, y las autoridades han informado que los trabajos de limpieza avanzan apenas un 30%.
Este lento progreso, junto con la necesidad de implementar obras preventivas debido al reblandecimiento del cerro, ha postergado la reapertura de la autopista hasta al menos abril de 2025.
Esta situación no solo ha generado pérdidas económicas para los transportistas, sino también retrasos en la entrega de insumos fundamentales para los sectores agroindustrial y comercial de la región. Además, afecta la competitividad logística de una de las rutas más importantes para el flujo de mercancías entre Veracruz y Puebla.
Con las obras aún pendientes y sin una solución a corto plazo, los transportistas y comerciantes enfrentan un escenario incierto, dependiendo de rutas alternas más largas y costosas para cumplir con sus entregas. Este problema subraya la urgencia de invertir en infraestructura vial y medidas preventivas que eviten cierres prolongados en el futuro.