El cine de terror mexicano experimenta un resurgimiento en las plataformas digitales, donde producciones como “Kilómetro 31” registraron más de 2.5 millones de espectadores en salas nacionales durante 2007, según datos del Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE).
La tradición del terror en México se remonta a 1933 con “La Llorona”, dirigida por Ramón Peón, primera cinta que llevó las leyendas populares a la pantalla grande. El género alcanzó su época dorada durante los años 50 y 60, periodo en que “El Vampiro” (1957) de Fernando Méndez estableció nuevos estándares de producción.
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Carlos Enrique Taboada marcó un antes y después con su tetralogía de terror: “Hasta el viento tiene miedo” (1968), “El libro de piedra” (1969), “Más negro que la noche” (1975) y “Veneno para las hadas” (1984). Sus obras influyeron en generaciones posteriores de cineastas mexicanos.
La nueva ola del terror mexicano incluye títulos como “Somos lo que hay” (2010), “Pastorela” (2011) y “México Bárbaro” (2014), producciones que fusionan elementos del folklore nacional con técnicas cinematográficas contemporáneas.
Guillermo del Toro, referente internacional del género, inició su carrera con “Cronos” (1993), película que obtuvo nueve premios Ariel. Sus producciones posteriores abrieron camino para nuevos realizadores mexicanos en el mercado internacional.
Las plataformas de streaming reportan un incremento del 40% en el consumo de cine de terror mexicano durante 2023, evidenciando el interés renovado por estas producciones. Series como “Diablero” en Netflix amplían el alcance del género.
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