El Club Puebla ha entrado oficialmente en temporada de liquidación. Presionado por los conflictos fiscales que Grupo Salinas mantiene con el Gobierno Federal y el deterioro deportivo de la institución, la franquicia de La Franja habría sufrido una drástica devaluación en el mercado, ofertándose ahora en una cifra cercana a los 65 millones de dólares, un “precio de saldo” para quien se anime a rescatar al equipo.
Apenas en marzo de este año, las estimaciones colocaban el valor del club entre los 80 y 100 millones de dólares, sin embargo, la urgencia de Ricardo Salinas Pliego por sanear sus finanzas tras los recientes fallos adversos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que lo obligan a pagar créditos fiscales millonarios, parece haber acelerado la decisión de deshacerse de sus activos futbolísticos al mejor postor.
La “oferta” de 65 millones de dólares (aproximadamente mil 200 millones de pesos) tiene un trasfondo complejo. Analistas sugieren que, este precio reducido, obedece a que la venta podría incluir únicamente la franquicia y el certificado de afiliación a la Liga MX, pero sin la plantilla de jugadores, lo que dejaría al nuevo dueño con la tarea titánica de armar un equipo desde cero, o bien, absorber una operación que está a punto de pagar una nueva multa por el tema de los cocientes.
El escenario de “venta de garaje” en Grupo Salinas no es exclusivo de Puebla. En el fútbol mexicano trasciende con fuerza que la venta del Mazatlán FC es inminente para transformarse en el Atlante para la temporada 2026-2027, lo que confirma la intención del magnate televisivo de retirarse del negocio del balón, ya sea por necesidad económica o por un presunto interés en incursionar en la política nacional.
Ante dicho remate, la baraja de posibles compradores es diversa, pero incierta. Se ha especulado sobre el interés de fondos de inversión extranjeros, uno inglés y otro estadounidense, en sociedad con empresarios poblanos, así como grupos nacionales, como Fibra Danhos, e incluso empresarios locales del sector retail, como los propietarios de La Gran Bodega, aunque ninguna oferta se ha formalizado.
La cifra de 65 millones, aunque parece una “ganga” comparada con los precios de equipos del norte, sigue estando muy por encima de operaciones pasadas en la entidad. Cabe recordar que, en 2019, la franquicia de Lobos BUAP fue vendida a FC Juárez por una cifra cercana a los 20 millones de dólares (380 millones de pesos de aquel entonces), lo que pone en perspectiva la inflación del mercado actual.
El riesgo latente para la afición camotera no es solo quién compre al equipo, sino para qué lo quiere. Al estar en “oferta” al mejor postor y sin candados de arraigo, existe la posibilidad real de que un grupo inversor adquiera la franquicia, con la única intención de mudarla a otra plaza más rentable, repitiendo la historia de tantos clubes que han desaparecido del mapa poblano.
El reloj corre para el empresariado poblano: si existe un interés genuino por mantener el futbol de Primera División en el Estadio Cuauhtémoc, el momento de abrir la cartera es ahora, antes de que la “desesperación financiera” del Tío Richie termine entregando la historia de La Franja a una plaza foránea.
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