En las últimas horas, ha trascendido una posible alianza que, de concretarse, no solo significaría la desaparición definitiva del Club Puebla, sino el nacimiento de un nuevo “gigante” en Michoacán. Los rumores que han cobrado fuerza en redes sociales y círculos empresariales apuntan a que José Luis Higuera, presidente del Atlético Morelia, habría logrado convencer a la familia Ramírez, dueña del imperio Cinépolis, para asociarse en la compra de la franquicia camotera a Grupo Salinas.
Esta posible coalición empresarial cambiaría las reglas del juego. Mientras que en semanas anteriores se cuestionaba la solvencia de Higuera para enfrentar en solitario los 65 millones de dólares que cuesta el equipo, la entrada de los Ramírez, liderados por Alejandro Ramírez Magaña, aportaría un músculo financiero sin precedentes. No se trataría de un equipo “del montón”, sino de un proyecto respaldado por una de las familias más influyentes de México, con nexos en el Consejo Mexicano de Negocios y una infraestructura global que podría colocar a un nuevo “Monarcas” entre las plantillas más ricas de la Liga MX.
Aunque los Ramírez se han mantenido históricamente alejados de la propiedad directa de clubes, existe un antecedente clave que le da lógica al rumor: en 2020, el fallecido Enrique Ramírez Villalón fue uno de los 18 empresarios que inyectaron capital para fundar el actual Atlético Morelia en la Liga de Expansión.
Este vínculo previo con Higuera sugiere que la relación entre el directivo y el consorcio cinematográfico no es nueva, sino un plan que ha madurado durante cinco años esperando la oportunidad de mercado que hoy ofrece el Puebla.
El proyecto no vendría solo. Las versiones que circulan señalan que marcas de peso internacional como Avocados From Mexico y la constructora Hogares Deesa también formarían parte del consorcio de socios mayoritarios.
Esta estructura permitiría no solo adquirir el certificado de afiliación de La Franja, sino realizar una inversión agresiva en refuerzos para que la plaza de Morelia regrese a la Primera División con un protagonismo inmediato, aprovechando la infraestructura de vivienda y centros comerciales del brazo inmobiliario del grupo, Citelis.
Para Ricardo Salinas Pliego, esta alianza sería la salida perfecta. Con una deuda con el SAT que supera los 50 mil millones de pesos y la obligación de la FIFA de terminar con la multipropiedad antes del Mundial 2026, vender el Puebla a un grupo con solidez probada le garantiza liquidez inmediata. El precio de “liquidación” de 65 millones de dólares, muy por debajo de los 100 millones que se pedían originalmente, es el anzuelo ideal para que empresarios de la talla de los Ramírez vean en el fútbol una plataforma de entretenimiento subvaluada.
Sin embargo, el panorama para la afición poblana es desolador. La estrategia de “desmantelamiento” que ha sufrido el equipo en los últimos torneos, reduciendo la nómina al mínimo y vendiendo a sus figuras, ha sido interpretada como una “operación de limpieza” para entregar una franquicia ligera y fácil de mudar. Si Higuera y los Ramírez concretan la compra, no habría candados que impidan que el equipo juegue su próximo torneo en el Estadio Morelos, repitiendo la traumática historia de 2020, pero a la inversa.
A pesar de la fuerza de estos reportes, en la capital poblana el escepticismo persiste. Diferentes versiones periodísticas a nivel nacional también aseguran que, hasta el momento, no hay una oferta formal sobre la mesa que incluya a la familia Ramírez y a Higuera, sino más bien tratándose todo esto de “solo rumores”.
No obstante, el historial de José Luis Higuera en el fútbol mexicano, marcado por movimientos audaces y polémicos en Chivas y Zacatepec, obliga a tomar los rumores con seriedad. A esto se suma la sombra legal que aún persigue al directivo: una investigación abierta en la UIF y la SEIDO por presuntas irregularidades fiscales que suman 292 millones de pesos. La duda que queda en el aire es si la Liga MX permitiría que un empresario bajo investigación se asocie con uno de los grupos corporativos más limpios y poderosos del país para ejecutar el movimiento.
El reloj hacia la fecha límite de 2026 sigue avanzando y el Club Puebla se mantiene en la “vitrina de remates”. Mientras la afición camotera espera un milagro que mantenga al equipo en la Angelópolis, en Michoacán el sueño de recuperar el fútbol de primera, ahora con el respaldo de los millones de Cinépolis, podría convertirse en realidad. El desenlace de esta subasta definirá si el Puebla sobrevive o si su historia termina siendo devorada por un guion de película orquestado desde Morelia.
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