Durante años ha circulado la creencia de que el Servicio de Administración Tributaria (SAT) cobra impuestos por depósitos en efectivo superiores a 15 mil pesos. Sin embargo, esta afirmación es incorrecta desde 2014, cuando fue eliminada la Ley del Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE). A pesar de esto, este tipo de depósitos siguen siendo objeto de vigilancia por parte de las autoridades fiscales.
Actualmente, los bancos están obligados a reportar al SAT cualquier depósito en efectivo que exceda los 15 mil pesos mensuales por cuenta. Esta medida no implica un cobro de impuestos, sino una revisión del origen del dinero para verificar que no provenga de actividades ilícitas o ingresos no declarados. Así lo establece el artículo 55, fracción IV de la Ley del Impuesto sobre la Renta (ISR), como parte de las obligaciones de prevención fiscal que deben cumplir las instituciones financieras.
En caso de que el SAT detecte inconsistencias entre los ingresos declarados y los movimientos bancarios, puede iniciar una revisión o auditoría fiscal. Por ello, es importante que los contribuyentes mantengan coherencia entre lo que reportan y lo que depositan en sus cuentas.
Para evitar problemas con el SAT relacionados con depósitos en efectivo, se recomienda declarar todos los ingresos, incluso los provenientes de actividades independientes. También es importante evitar recibir grandes cantidades de dinero sin justificación y conservar comprobantes como nóminas, facturas o contratos. En caso de llevar a cabo operaciones frecuentes, lo más conveniente es utilizar transferencias bancarias.
Aunque el impuesto a los depósitos en efectivo ya no existe, la vigilancia sigue activa. Por eso, mantener una contabilidad clara y transparente es de suma importancia para evitar sanciones y garantizar el cumplimiento fiscal.
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