Cada diciembre, entre las multitudes que acuden a la Basílica de Guadalupe en la Ciudad de México, también llegan los llamados “perritos peregrinos”, animales que acompañan a los fieles durante su trayecto. Sin embargo, muchos de ellos no logran regresar a sus comunidades de origen, ya sea por descuido de sus dueños o porque no se les permite subir nuevamente a los vehículos que trasladan a los peregrinos.
Las historias de abandono relacionadas con estos perros son ampliamente conocidas por habitantes de la zona y grupos defensores de los derechos animales. La mayoría termina viviendo en las calles, expuestos al frío, enfermedades, hambre, maltrato o atropellamientos que pueden dejarlos heridos o causarles la muerte.
Ante esta problemática, el Congreso de la Ciudad de México pidió el año pasado a los gobiernos de entidades como Guanajuato, Hidalgo, Estado de México, Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala difundir información preventiva entre los peregrinos para evitar el abandono de mascotas. Legisladores locales advirtieron que esta práctica refleja una falta de responsabilidad hacia seres que dependen totalmente del cuidado humano. Además, señalaron que los albergues públicos y privados no cuentan con capacidad suficiente para atender la creciente demanda.
Cifras recientes muestran que el fenómeno persiste: en 2024 se registraron entre 200 y 300 perros abandonados en las inmediaciones de la Basílica; en 2023 fueron al menos 150 y en 2022 se contabilizaron hasta 200. Frente a este panorama, activistas como Daniela Sánchez han impulsado iniciativas para apoyar a los animales. Con ollas de caldo y material de curación, brindan alimento y atención básica a los perros que se encuentran exhaustos después de recorrer largas distancias bajo condiciones adversas.
➡️ Únete a nuestro canal de WhatsApp para mantenerte informado al estilo de DIARIO CAMBIO


