La tradición monumental de Atlixco alcanzó el corazón político del país. La Catrina Tecuán, obra emblemática del Valle de Catrinas, fue inaugurada en la Cámara de Diputados como parte de la proyección nacional de esta exposición que desde hace cinco años transforma el municipio con piezas de cartonería a gran escala.
En paralelo, el Senado de la República montó una exhibición de catrinas en sus instalaciones y difundió la invitación al público a través de sus canales oficiales, consolidando a las catrinas atlixquenses como un referente cultural que cruza fronteras simbólicas y geográficas.
La Tecuán no es ajena al público poblano: el año pasado estuvo montada en los viveros de Cabrera, en Atlixco, donde se convirtió en una de las paradas más fotografiadas del circuito.
El traslado a la capital confirma la expansión de esta iniciativa artística impulsada por creadores locales.
De acuerdo con reportes de prensa, la edición dos mil veinticinco del Valle de Catrinas contempla también exhibiciones fuera de Atlixco y en recintos nacionales de alto perfil —entre ellos el Senado y San Lázaro—, lo que afianza la vocación itinerante del proyecto.
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