Como cada año, miles de devotos poblanos acudieron al Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, conocido como La Villita, para conmemorar la aparición de la Virgen en el manto de Juan Diego. Desde la noche previa y durante la madrugada, el flujo de fieles fue constante. En el Paseo Bravo y calles aledañas se instalaron puestos de chalupas, cemitas, tacos y otros alimentos, además de la venta de estampas e imágenes religiosas.
Entre los asistentes de esta tarde estuvo Alberto, quien acudió acompañado de su esposa y sus dos hijos para encender una veladora en agradecimiento por los favores recibidos durante el año. Para él, visitar La Villita, ubicada en la esquina de avenida Reforma y 11 Norte, es una tradición que inició hace cuatro años, cuando nació su hijo mayor y decidió encomendarlo a la Virgen de Guadalupe para pedir por su salud.
Como muestra de gratitud, cada año lleva a sus hijos vestidos de Juan Diego, tal como sus padres lo hacían con él y sus hermanos. Recuerda que en su infancia no le agradaba esa vestimenta y que, pese a ello, la devoción familiar era ineludible. Hoy, a sus 26 años, mantiene el deseo de viajar con su esposa e hijos a la Basílica de Guadalupe para conocer el manto original. También agradece haber podido emprender un taller mecánico que le permite sostener a su familia.
Guillermo Palacios es otro de los fieles que acude puntualmente cada año desde que era niño. Hace 16 años visitó La Villita para pedir por la salud de su hijo recién nacido. Al igual que Alberto, heredó la fe de sus padres, quienes lo llevaban cada año al santuario, tradición que continuó al vestir a su hijo de Juan Diego durante su infancia.
Guillermo recuerda que en su adolescencia conoció la antigua Basílica de Guadalupe y que la impresión de ver a La Morenita fue una experiencia que, asegura, sigue siendo difícil de describir.
De acuerdo con voluntarios del santuario, hasta la tarde de este jueves se habían entregado más de 20 mil estampitas de la Virgen, de un estimado de 40 mil que prevén distribuir antes de las 22:00 horas, como ocurre cada año.
Aunque algunos asistentes no se oponen a la instalación de puestos ambulantes en las inmediaciones del templo, señalan que los precios de antojitos, ropa, juguetes y juegos no siempre resultan accesibles para todos los bolsillos.
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