Joaquín “El Chapo” Guzmán, fue durante dos décadas el rostro omnipresente del narcotráfico, símbolo de violencia desbordada.
Sin embargo, la periodista Anabel Hernández sostiene que solo había un hombre limitado brutal y funcional a intereses más grandes.
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Anabel Afirmó que “El Chapo” era un pobre diablo, desmontando pieza por pieza la imagen del capo como líder.
“Era un pobre diablo”, afirma la periodista
Durante una entrevista para el podcast Criminalmente, la periodista desarticuló el relato oficial y cultural que elevó al “Chapo” a una condición mítica.
A su discernimiento, “El Chapo” Guzmán no representa el poder real del narco, sino que solo es una ficción construida desde el Estado de México, amplificada por los medios, las series y los discursos oficiales.
“El Chapo Guzmán es solo una leyenda construida por el gobierno para ocultar su profunda corrupción y conexiones con el crimen organizado”, afirmó.
“Detrás de cada gran capo, hay alguien más grande. En este caso, ese alguien fue el Mayo (Ismael Zambada García), el verdadero cerebro del Cártel de Sinaloa”.
Para la periodista Anabel Hernández, “El Chapo” nunca fue el estratega que los corridos y la prensa impulsaron.
Lo describe como un hombre sin educación que no concluyó ni la primaria, incapaz de escribir sus propias cartas, con un lenguaje precario y un historial de brutalidad.
“Apenas sabe leer y escribir. Incluso en prisión, otros reos le redactaban las cartas. No articulaba ideas, no tenía estrategia ni visión. Era un tipo violento, irracional, vicioso. Violaba mujeres. Fue parte de una violación tumultuaria a una reclusa en Puente Grande que terminó siendo sacada en camilla”, relató.
Hernández, dio a conocer que el capo leyó su libro Los Señores del Narco, el cual definió como una biografía no autorizada del cofundador del Cártel de Sinaloa.
La periodista comentó que lo que le molesto al Chapo fue que lo calificara como “cobarde” y “pobre diablo”
“Eso lo enfureció más que nada. Porque en ese mundo, decirle a un hombre que no es viril, que no es dominante, es imperdonable”.
También, reveló que los hijos de Guzmán Loera y Emma Coronel, reaccionaron con furia ante su retrato desmitificador.
“A Emma Coronel, a sus hijos, a todos… no les dolió que hablara de crímenes, asesinatos o corrupción. Lo que les dolió fue que dijera que era un cobarde, porque en ese mundo no hay mayor ofensa”, explicó Hernández García.
Un escape espectacular pactado con el poder
Relató que tanto las expresiones públicas y privadas mostraron incomodidad profunda, donde hubieron advertencias y presiones indirectas tras la publicación del libro Emma y las otras señoras del narco.
Pero, las intenciones de la periodista no era provocar, sino romper el mito que sostenía la narrativa de poder del crimen organizado.
También puso en duda uno de los momentos más icónicos en la historia del narco; la fuga de “El Chapo” en 2001.
Para la periodista no fue un escape, sino un acuerdo ente Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera y el gobierno federal.
“El gobierno le abrió la puerta. Ya había avisado desde julio del año 2000 que se iba. Se despidió de sus aliados en la cárcel. Vicente Fox apenas había ganado las elecciones y ya se estaban pactando los sobornos. La fuga fue una operación orquestada, no un acto de astucia”, aseveró.
El verdadero poder del Cártel de Sinaloa se llamaba “Mayo” Zambada
Para la periodista Anabel Hernández, Ismael “El Mayo” Zambada, sí emerge como la figura estructural del narco.
Anabel, aseguró que “El Mayo” ideó, coordinó y consolidó el Cártel de Sinaloa, manteniéndose a las sombras
La investigadora recordó cuando “El Mayo” intentó utilizarla para presionar al gobierno de Estados Unidos para que cumpliera un pacto de impunidad.
Esto, a través de su abogado Fernando Gaxiola, quien le ofreció información selectiva; sin embargo, el plan no funcionó,
“El Mayo pensaba que me iba a utilizar. Pero lo que no contó es que el abogado terminó siendo más leal a mí que a él, y me entregó el diario secreto de Vicente Zambada. Así nació El traidor”.
El diario de Vicente Zambada, reveló como el cártel negociaba directamente con agentes de la DEA, quienes protegían a sus líderes a cambio de enemigos.