La ceniza del Popocatépetl no solo ensucia autos o reduce la visibilidad, ya que también representa un riesgo tangible para la salud humana. Así lo advirtió un estudio encabezado por el investigador Benedetto Schiavo, del Instituto de Geofísica de la UNAM, quien analizó la composición de este material volcánico y sus efectos al ser inhalado o ingerido a través de agua y alimentos contaminados.
El equipo científico examinó la presencia de metales como arsénico, cadmio, cromo, cobre, manganeso, níquel y plomo en la ceniza del Popocatépetl. Las partículas más peligrosas, según Schiavo, son las menores a 2.5 micras (PM 2.5) o incluso ultrafinas, de menos de 100 nanómetros, ya que pueden llegar hasta los alveolos pulmonares. Una vez allí, estas sustancias pueden pasar al torrente sanguíneo y generar alteraciones sistémicas en distintos órganos del cuerpo.
La ceniza del Popocatépetl permanece en el cuerpo y puede causar inflamación crónica
El estudio fue publicado en la revista Environmental Geochemistry and Health, y determinó que la ceniza del Popocatépetl es bioinsoluble y biodurable. Esto significa que no se disuelve fácilmente en los fluidos pulmonares y puede permanecer en el organismo durante largos periodos. De acuerdo con los científicos, esta permanencia incrementa el riesgo de que el cuerpo genere estrés oxidativo, un proceso que puede derivar en inflamación aguda o crónica del sistema respiratorio.
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores analizaron cinco muestras de ceniza recolectadas del volcán, utilizando técnicas como la difracción de rayos X y la microscopía electrónica de barrido. Estas herramientas permitieron determinar el tamaño, forma y textura de las partículas. Además del Instituto de Geofísica, participaron especialistas de los institutos de Geología y Ciencias de la Atmósfera de la UNAM, así como del CICESE y la Universidad de Sonora.
Schiavo subrayó que es importante seguir las recomendaciones de Protección Civil cuando se reporta la caída de ceniza, tales como evitar actividades al aire libre, usar cubrebocas y mantener puertas y ventanas cerradas. Estas medidas, aunque simples, pueden reducir significativamente la exposición a partículas dañinas.
El Popocatépetl es uno de los volcanes más monitoreados del país, junto con el de Colima y el Chichón, en Chiapas. Asimismo, las observaciones incluyen emisiones de gas, explosiones y caída de ceniza, cuyos datos se comparten con el Cenapred y Protección Civil para emitir alertas tempranas.
“Los resultados científicos permiten tomar decisiones informadas para proteger a la población”, concluyó Schiavo.
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