Francisco Córdoba Montiel, profesor e investigador adscrito al Centro de Ciencias de la Tierra de la Universidad Veracruzana, afirmó que a pesar de que sí hay un registro de actividad sísmica en el volcán Pico de Orizaba, esto no constituye evidencia suficiente para afirmar que próximamente pudiera ocurrir una erupción.
Córdoba Montiel, doctor en Ciencias con especialización en sismología, expresó que, si bien es cierto que el volcán conocido también como Citlaltépetl, ha tenido un incremento en cuanto actividad sísmica, esto sólo es evidencia de que hay un proceso interno como ha sido habitual, tal y como se ha visto en los últimos dos siglos y como se ha observado desde que este coloso está siendo monitoreado.
➡️ Únete a nuestro canal de WhatsApp para mantenerte informado al estilo de DIARIO CAMBIO
“Lo que pasó en 2024 es que sí vimos un poco más de actividad que en los años anteriores, pero en este momento no es argumento para pensar en una eminente erupción. No hay otro tipo de señales más que estos eventos que nosotros los llamamos sigmotectónicos, que tienen ciertas características que nos hablan de que efectivamente hay un proceso interno del volcán, que puede ser una cosa habitual. Puede ser que hace 50 años estaba igual y hace 200 igual, no tenemos en consecuencia la posibilidad de decir que hay una inminente erupción en el volcán”, afirmó.
Lo anterior, en respuesta a la discusión que se ha desatado luego de que el vulcanólogo y especialista en glaciares, doctor Hugo Delgado Granados, señalara durante una conferencia que el Citlaltépetl pareciera estar queriendo despertar.
“Lo que estamos detectando en el Pico de Orizaba es que está despertando, y justamente tenemos zonas cerca de la cumbre donde hay manifestaciones claras de fumarolas y parece ser que el volcán quisiera despertar y tener actividad eruptiva”, señaló Delgado Granados.
Lo anterior fue dicho por Delgado Granados el pasado 28 de marzo, en el contexto de la mesa de trabajo ‘Glaciares, cambio climático y gestión local de caudales hídricos’, organizada por la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM. El doctor Hugo Delgado señaló que el glaciar del Pico de Orizaba está disminuyendo también de la cima hacia abajo, lo cual evidencia un aumento de su actividad.
Posteriormente SkyAlert, empresa dedicada a la detención temprana de sismos, se sumó a la discusión señalando en un tuit que de agosto de 2024 a la fecha se han registrado 37 sismos en la zona del Pico de Orizaba, tomando en cuenta un radio de 20 km desde la cima, siendo el sismo más grande uno ocurrido el 2 de agosto de 2024 con una magnitud de 3.5 grados.
En respuesta a todo lo anterior, el sismólogo Córdoba Montiel, en declaraciones publicadas por el periódico veracruzano ‘Al Calor Político’, recordó que el Pico de Orizaba es monitoreado desde 1998; es decir, que hace cerca de tres décadas que se tiene registro puntual de su actividad. También mencionó que desde 2024 se sumaron otras dos estaciones de monitoreo para vigilar la actividad de este coloso, que es la montaña más grande de México.
“Es importante tener este tipo de registros porque nos marcan la pauta para entender si hay procesos de origen volcánico dentro del edificio (montaña). Desde los últimos años, desde la Universidad Veracruzana hemos trabajado en el estudio de esas señales, particularmente con los datos de las estaciones que han estado disponibles. El año pasado tuvimos 2 estaciones más que han reforzado nuestro monitoreo y eso nos da más argumentos para entender al volcán”, afirmó.
En otra entrevista, con TV Azteca de Veracruz, el doctor Córdoba Montiel recordó que se considera que un volcán está activo cuando ha tenido actividad en los últimos 10 mil años. Bajo este parámetro, señaló, el volcán Pico de Orizaba o Citlaltépetl es clasificado como “activo”.
El Pico de Orizaba está asentado principalmente en el territorio del estado de Puebla, y un 30 por ciento del edificio se encuentra en territorio de Veracruz. Cabe mencionar que en 1687 ocurrió la última erupción del Citlaltépetl que tuvo consecuencias devastadoras para la región; aunque el último registro de actividad eruptiva es de 1846.