En respuesta a los recientes ataques de Estados Unidos contra sus instalaciones nucleares, Irán lanzó una ofensiva con misiles contra bases militares estadounidenses en Catar e Irak. La operación, denominada “Bendición de Fatah”, fue confirmada por la Guardia Revolucionaria iraní como un ataque “devastador y poderoso” dirigido especialmente contra la base aérea de Al-Udeid, en Doha, considerada el principal cuartel del Mando Central de la Fuerza Aérea de EE. UU. en la región.
De acuerdo con medios internacionales, al menos diez misiles fueron lanzados hacia Catar, activando las defensas aéreas del país. Las autoridades cataríes confirmaron que el ataque no causó víctimas, ya que la base había sido evacuada previamente como medida preventiva. No obstante, condenaron el bombardeo como una violación flagrante de su soberanía y anunciaron que se reservan el derecho a responder conforme al derecho internacional.
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En paralelo, al menos un misil fue lanzado desde irán contra instalaciones estadounidenses en Irak, donde actualmente se encuentran desplegados unos 2,500 soldados estadounidenses distribuidos en aeródromos y puestos avanzados. Aunque no se han reportado daños o bajas, el Pentágono consideró creíble la amenaza de nuevas agresiones regionales.
La tensión se elevó aún más cuando sonaron las sirenas de alerta en Bahréin, sede del Mando Central Naval y la Quinta Flota de EE. UU., mientras la Casa Blanca activó su Sala de Crisis y el presidente Donald Trump fue informado de los acontecimientos. La situación en el Golfo continúa desarrollándose con alto riesgo de una escalada mayor.
