Un libro como pretexto.
La versión circula ampliamente. En las primeras semanas de 2026 el ex presidente López Obrador realizará una gira por varios estados del país.
El pretexto es la presentación del libro que escribió durante los últimos meses y busca de reseñarlo en actos masivos. El lector no debe esperar disertaciones en auditorios, sino en plazas públicas.
De manera particular se prevé la visita a estados que tendrán elecciones en 2027 y será acompañado por los aspirantes a ocupar las 17 candidaturas a disputar.
Sin duda el recorrido nacional de AMLO habrá de reavivar la llama de su liderazgo social, la inapelable influencia en el ánimo popular. Así lo adelantó Fernández Noroña en días recientes: “Si AMLO fuera por todo el país sería ovacionado por todos lados, aclamado porque vive en el corazón de los hombres y mujeres patriotas que lo admiramos”.
Ya están calentando motores.
Pero existe una intención soterrada en ese retorno.
La gira de López Obrador debe leerse como la antesala de la campaña de Andrés Manuel “Andy” López Beltrán a la presidencia en 2030.
Las intenciones futuristas del junior de la Cuarta Transformación son inapelables, están fuera de cualquier discusión o polémica.
De hecho tiene dos proyectos en la mesa; en un plan modesto buscará la jefatura de gobierno de la Ciudad de México, pero si las circunstancias lo favorecen, no dudará en lanzarse en pos de la presidencia de la República.
El junior omnipresente.
Hasta hace poco se consideraba que Andy era el correo de su padre, el encargado de transmitir mensajes sensibles, pero las investigaciones de meses recientes muestran que su preponderancia iba más allá de lo meramente visible.
Andy operó debajo del escritorio presidencial; influyó lo mismo en la toma de decisiones políticas que en negocios al amparo del poder.
El vástago predilecto, el hijo “prodigio” ejerció una función omnipresente y tuvo una injerencia mayor a la de cualquier secretario del gabinete.
La gira para la presentación del libro en realidad busca empujar desde este momento el bloque duro, los sectores radicales de Morena, así como el frente de 17 candidatos a gobernadores como una plataforma para imponer al junior.
Un riesgo para la seguridad interior.
El hipotético ascenso de Andrés Manuel II representaría un riesgo para la seguridad interior de México por dos factores.
En primer lugar, la abierta afinidad a todo tipo de negocios, incluso, aquellos que tienden lazos con grupos criminales y en segundo plano la delicada cercanía ideológica con el eje Moscú – Beijing – Teherán – La Habana – Caracas.
Vamos al primer punto.
Medios que realizan periodismo de investigación como Latinus, Código Magenta y Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) han documentado la red de negocios de López Beltrán quien muestra una voracidad que hacer ver a los juniors del Grupo Atlacomulco o los Bribiesca como niños de kínder.
Los nombres de los operadores son del dominio público: Jorge Amilcar Olan Aparicio, Daniel Asaf Manjarrez, Marcos Herrería Alamina destacan entre una veintena de incondicionales.
A través de sus prestanombres Andy manipuló operaciones en el Centro Nacional de Control de Gas Natural, Cenegas; entregó contratos de la SEDATU; vendió el balastro para el Tren Maya; además tiene intereses en una empresa vinícola y contempla una cadena de hoteles en el extranjero.
Pero sobre todo en meses recientes se documentó la operación de Andrés López Beltrán en la industria criminal del huachicol fiscal; los buques que entran a México cargados de combustible ilegal, operados por una red de amigos de alguna manera vinculados con el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
A ese grado llega su apetito de poder político y económico.
En riesgo el pretendido equilibrio hemisférico.
El periodo del débil y senecto Joe Biden fue luz verde para que el eje Moscú – Beijing – Teherán apuntalara intereses con sus aliados en el continente americano: La Habana y Caracas.
Tal y como sucedió en la Guerra Fría México se convirtió en un punto donde confluyen intereses internacionales; un significativo centro de operaciones para los poderes globales.
Luego de la invasión ordenada por Vladímir Putin a Ucrania, decenas de espías rusos fueron expulsados de Europa occidental y todos fueron bien recibidos en México.
Se asegura que muchos de los sedicentes médicos acogidos en nuestro país en realidad son agentes de la inteligencia cubana.
Hace unos días trascendió que el gobierno de Irán planeaba ejecutar a la embajadora de Israel en México aprovechando el clima generalizado de violencia.
Un tercer sexenio de Morena -pero sobre todo un segundo periodo de inspiración lopezobradorista-, representaría ampliar la puerta de apertura al eje Moscú – Beijing y romper la reconfiguración hemisférica que propone la administración Trump.
El asunto tiene implicaciones por encima de una elección nacional; no se limita a un sexenio; en realidad está en riesgo la ponderación y mesura que México requiere en el concierto internacional.
Andrés Manuel López Beltrán representaría un retroceso en la relación con Estados Unidos, el principal socio comercial de México y un hermético acercamiento con sus adversarios.
Ideológicamente Andy y su asesor Jesús Ramírez Cuevas son abiertos aliados de Rusia, aunque en sus hábitos financieros están más cerca de Dubái.
La pretensión de rebasar a la presidenta.
Volvemos al punto de la presentación del libro.
En realidad se trata del banderazo de arranque a la maquinaria que tiene una consigna subliminal: Andy 2030.
Sin embargo la maniobra también tiene otro propósito encubierto.
El plan buscaría desplazar, incluso marginar a la presidenta Claudia Sheinbaum del juego sucesorio.
Al reactivar el bloque duro, el frente radical y tejer una red de 17 aspirantes a gobernadores colocados expresamente por la mano de Andy estaríamos ante una asonada, la rebelión interna que pretende tomar decisiones por encima de la mandataria.
De hecho el segundo piso de la Cuarta Transformación se construyó para acotar y cercar a la presidenta.
Como se ha reseñado públicamente los dirigentes de las Cámaras de Diputados y Senadores sostienen un velado recelo contra la huésped de Palacio Nacional. No acaban de superar las rencillas de la época de las “corcholatas”.
Por su parte la Secretaria de Gobernación Rosa Icela Rodríguez Velázquez es otra de las torres que AMLO dejó en el tablero presidencial para proteger sus intereses y tener información en tiempo real.
No debe omitirse que Rosa Icela cuidaba a los niños López Beltrán después del deceso de su madre. Tiene un afecto por Andy que rebasa por mucho la postura institucional con Sheinbaum.
La presentación del libro y el recorrido buscan maniatar a la titular del Ejecutivo.
Otro punto a destacar es la soledad de la presidenta quien evidentemente no tiene operadores políticos propios.
Sus dos alfiles son Omar García Harfuch, un policía con escasos conocimientos del tejido político y José Antonio Peña Merino, “Pepe Merino” quien le ofrece la tentación de implantar un régimen duro, pero sin dimensionar las consecuencias de la reacción social.
Muy probablemente Merino fue el artífice de lanzar un despliegue policiaco contra la Marcha Z.
En materia de operación política la presidenta no tiene quien le escriba. Por esa razón se ve obligada a confiar tanto en Jesús Ramírez Cuevas quien solo le entrega manzanas envenenadas.
Todo este conjunto de razones abonó a su designación como abanderada presidencial. Su debilidad política era propicia para cooptarla.
Marcelo Ebrard de ninguna forma se hubiera doblado ante el clan.
La gran pregunta es ¿cómo responderá Sheinbaum a la intención de rebasarla y utilizarla como una estación intermedia en la ruta de un Maximato familiar?
La señora aún puede dar una sorpresa y en ese caso la alfombra que tienden para el paso del príncipe puede fracturar al régimen.
Como siempre quedo a sus órdenes.
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