Las palabras del Vicealmirante Francisco Sánchez González se deben reconocer como la declaración más responsable de los últimos años. Ninguno, subrayamos, ninguno de sus antecesores se atrevió a aceptar la gravedad, la delicada situación que lesiona la vida del estado.
Reconocer que en el estado de Puebla operan siete organizaciones criminales es el primer paso para enfrentar la amenaza.
El Vicealmirante Sánchez señaló al Cártel de Sinaloa, la Familia Michoacana y de manera indirecta aludió a “El Toñín” al señalar “grupos locales que ustedes sabe quienes encabezan”.
Con esa declaración se reconoce que hay serias amenazas sobre los poblanos.
El funcionario no quiso mencionar al “Grupo de Operaciones Especiales Mencho GOEM” comando élite del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), pero su presencia ya es del dominio público.
También desde 2020 se reportó la presencia de la Familia Michoacana. Concretamente se conoce que los hermanos José Alfredo y Johnny Hurtado Olascoaga -quienes controlan al menos diez municipios en el Estado de México y otros tantos en Guerrero-, enviaron un grupo al estado de Puebla.
Se debe reconocer la integridad del Secretario de Seguridad Pública quien acepta la dimensión del peligro.
En las últimas semanas se ha reportado el hallazgo de cuerpos en prácticamente todos municipios de la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP). Desmembrados, decapitados, embolsados, emplayados aparecen en la región conurbada.
Este es el escenario, no solo municipal, sino de toda la zona centro del estado.
Son ejecuciones con el sello de la delincuencia organizada.
En Cúpula lo hemos dicho con toda puntualidad. Los operadores de los grupos criminales que actúan en Puebla no se esconden; tienen casas y bodegas en la zona metropolitana; inmuebles que pagaron de contado; comen en restaurantes conocidos y beben en los antros de moda; circulan en camionetas sin placas sobre Periférico Ecológico sin que nadie los moleste.
Esta es la Puebla que recibió el presidente municipal José Chedraui Budib; una zona en la que confluyen siete grupos criminales de alta peligrosidad.
Este es el monstruo que recibió como herencia.
Esos grupos delictivos no llegaron en los últimos cien días. Es una problemática que se gestó en diez años y hoy está haciendo crisis.
El convulso sexenio que tuvo cinco gobernadores no pudo concretar una estrategia de seguridad efectiva para enfrentar a los grupos criminales.
Los agitados tiempos electorales, el deceso de la gobernadora, los periodos de dos interinos, una encendida elección extraordinaria, el fallecimiento de otro gobernador y un breve periodo de dos años fueron un mosaico de grietas y lagunas utilizadas por criminales para extender sus operaciones.
Los años de la agitación política fueron utilizados por la delincuencia y hoy estamos viendo las consecuencias.
El fenómeno se siente de especial manera en la ciudad de Puebla, porque a la urbe llegaron los capos.
Si un grupo criminal llega a Zacatlán o Cuetzalan de inmediato será identificado por los pobladores, pero en la ciudad de Puebla cualquier célula delictiva pasa desapercibida. Nadie se percata de un sujeto que comprar dos casas de contado y que maneja una camioneta BMW con placas del Estado de México.
Al alcalde José Chedraui le tocó conducir el timón en la peor tormenta que haya visto la ciudad de Puebla.
Una ciudad en la que cohabitan siete organizaciones criminales de extrema peligrosidad y un sinnúmero de pequeños grupos de hampones.
La respuesta de su administración ya inició. El alcalde Chedraui sabe que para enfrentar a los criminales necesita acciones de alto impacto como el reciente operativo en la avenida Juárez.
El mismo esquema deberá aplicarse en las juntas auxiliares y en las zonas de las universidades donde se instalan pequeños bares clandestinos que ofrece enervantes a los estudiantes.
Un punto debe quedar claro para todos los poblanos. Chedraui no va a cruzar los brazos como hizo Eduardo Rivera Pérez.
Como empresario sabe que el principal requisito de la estabilidad económica es la seguridad; como alcalde conoce que es el mayor reclamo social.
En días recientes se anunció una reestructuración en los mandos policiacos. Se trata de la nueva estrategia de Fernando Rosales Solís con cuadros de toda su confianza.
Se espera que el nuevo organigrama se convierta en un dique, un muro que contenga la ola criminal.
Hoy la amenaza social ya no es la banda de “Los Pitufos” que hace 30 años alarmaba a los poblanos. Ahora operan siete grupos criminales.
Puebla demanda un gobierno para esta nueva realidad. Estaremos atentos.
Como siempre quedo a sus órdenes.
cupula99@yahoo.com