El proceso de sucesión en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) no está exento de polémicas. La comunidad estudiantil es un conjunto plural donde todas las posturas y expresiones son respetadas.
Los argumentos vertidos por algunos alumnos tienen la misma validez que la voz de los grandes sectores universitarios.
La esencia de la institución es el pensamiento crítico, la pluralidad, la democracia interna y por supuesto la libre expresión de ideas.
En estos días queda de manifiesto que la BUAP es baluarte de estos principios
Empero también es evidente que dentro de la institución opera un grupúsculo que tiene el deseo de controlar la rectoría para sus ambiciones y propósitos personalísimos.
No se trata de verdaderos académicos, sino voraces mercenarios que buscan detentar el control del presupuesto.
Son los mismos que hace unos meses pactaron con Antorcha Campesina para boicotear el rectorado de la Doctora Ana Lilia Cedillo; los que urdieron la toma de Ciudad Universitaria para provocar su caída.
Sin embargo, nada de eso sucedió. La académica tomó la pala y como brigadista fue apagando fuego por fuego hasta extinguir una crisis que amenazaba con desbordarse.
Lo cierto es que los ataques contra Cedillo son dardos sin punta. Lanzan decenas y decenas, pero ninguno impacta la investidura de la Rectora.
Incluso quedan como muestra de la pluralidad que reina en la institución donde todas las voces son respetadas.
Por supuesto en la polémica no han faltado episodios chuscos. El repentino desvanecimiento de Rodolfo Zepeda Memije pasa a la historia de la institución como parte de la picaresca. En cuanto fue informado de que sus pretensiones no procedían se desplomó.
Ahora enfrentará un procedimiento interno por falsificación de documentos; un acto que debe trascender más allá del trámite universitario y puede llegar al ámbito penal, es decir hasta la Fiscalía General del Estado (FGE).
Durante años los dardos de uso recreativo se hacían de madera con una punta metálica que podía perforar cualquier superficie y en la piel humana causar daños. En la actualidad los dardos son de alta tecnología; hechos de tungsteno o una aleación de níquel y plata.
En cualquier caso, un dardo sin punta metálica es como un pedazo de plastilina. Esa es la representación de los ataques contra la Rectora Cedillo; embates que no han causado daño alguno a su investidura y respetabilidad.
La Doctora es una académica con solvencia moral y nadie le ha podido arrebatar esa calidad.
Cedillo no buscó la rectoría como un trampolín político, como otros hicieron para después pretender la presidencia municipal de Puebla o para hacer millonarios negocios con el equipo de fútbol Lobos.
Por cierto, el tema del ex rector Alfonso Esparza Ortiz aún está sobre el escritorio de la Auditoría Superior del Estado (ASE) y aunque se asegura que el tío Poncho tiene una poderosa madrina, aún está por verse durante cuánto tiempo más podrán protegerlo.
La BUAP camina hacia un nuevo periodo que no estará exento de polémicas y algunas declaraciones airadas. Solo se trata de un grupúsculo de codiciosos que busca agitar la institución.
Pero es un hecho que los grandes sectores universitarios, estudiantes y docentes mantienen la mística de conservar la estabilidad y mesura que Cedillo imprime a su rectorado.
Como siempre quedo a sus órdenes.
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