Alexis da Costa Alexis Da Costa
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“Las primeras horas de una crisis”

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“Las primeras horas de una crisis”
Entropía - “Las primeras horas de una crisis”

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunos conflictos sociales estallan y otros se resuelven casi sin consecuencias? En la administración pública, la diferencia casi siempre está en cómo se manejan las primeras horas, esos momentos donde cada decisión, cada palabra y cada acción cuentan más que nunca. Esos instantes definen si un problema se apaga o se convierte en un incendio difícil de controlar.

Como decía Sun Tzu, “en medio del caos, también hay oportunidad”. Esa oportunidad no surge por azar; surge cuando hay claridad para identificar los detonadores de conflicto, aquellos elementos que pueden generar tensión inmediata, y los puntos de quiebre, los momentos donde la situación puede escalar rápidamente. Si no se reconoce esta dinámica a tiempo, un problema mínimo puede transformarse en una crisis profunda.

Un ejemplo en Latinoamérica fue la crisis de los conflictos sociales en Chile en 2019. Lo que comenzó como protestas por el aumento del transporte público escaló rápidamente debido a la falta de comunicación clara y canales limitados para escuchar a la ciudadanía. Lo que podría haberse resuelto con medidas puntuales y diálogo se convirtió en un conflicto nacional. Este caso muestra la importancia de actuar dentro de la ventana de contención y de identificar los detonadores antes de que sea demasiado tarde.

En la esfera internacional, Henry Kissinger también nos dejó lecciones importantes. En su libro Diplomacy, se expresa: “La anticipación de los movimientos del adversario y la preparación de respuestas rápidas son esenciales para contener conflictos antes de que escalen”. Su experiencia demuestra que la claridad, la previsión y la capacidad de escuchar voces críticas son determinantes para manejar crisis complejas.

La comunicación estratégica es vital: no basta con informar, hay que transmitir con claridad, anticipar interpretaciones erróneas y mantener canales abiertos con todos los actores involucrados. También es imprescindible un equipo que domine el análisis de riesgo, que evalúe pros y contras sin maquillar la realidad, identifique escenarios alternativos y proponga soluciones viables. Esto requiere conocimiento técnico y disciplina emocional: la capacidad de pensar con claridad bajo presión.

Los mayores enemigos de un manejo efectivo de crisis son los aduladores, quienes aseguran que todo está bien, repiten lo que el jefe quiere oír y evitan confrontar la realidad. La complacencia genera un falso sentido de seguridad y, eventualmente, provoca errores que podrían haberse prevenido. La verdad puede ser incómoda, pero es justamente lo que salva conflictos de escalar.

Conceptos como ventana de contención, detonadores y puntos de quiebre ayudan a profesionalizar la reacción ante crisis. La ventana de contención es ese período inicial donde un conflicto aún puede resolverse; los detonadores son señales tempranas de tensión; y los puntos de quiebre son momentos donde la situación puede volverse irreversible si no se actúa. La gestión de estas variables exige preparación y valentía.

Un equipo que combina análisis crítico, comunicación efectiva y capacidad de anticipación puede convertir una crisis potencial en oportunidad de aprendizaje y mejora institucional. Por el contrario, la ausencia de estas herramientas genera información tardía, decisiones pospuestas y deterioro de la percepción ciudadana.

La administración pública refleja lo que somos como sociedad: los conflictos siempre surgirán, y la diferencia está en nuestra capacidad de leer la situación, actuar con rapidez y rodearnos de personas capaces de decir la verdad, aunque duela. Cada crisis es una lección en potencia. La pregunta que queda es: ¿estamos preparados para identificar los detonadores a tiempo, actuar con honestidad y estrategia, y convertir los momentos más difíciles en oportunidades de aprendizaje y mejora?

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