carlos ramirez Carlos Ramírez
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Arranca sin rupturas sexenio de CSP; por EU hay deslinde

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Arranca sin rupturas sexenio de CSP; por EU hay deslinde
Arranca sin rupturas sexenio de CSP; por EU hay deslinde

Sin necesidad de cumplir con las reglas del viejo sistema político vigente de que cada nuevo presidente de la República tiene que declarar su autonomía absoluta o relativa respecto de su antecesor y sin violentar la continuidad obligatoria del proyecto transexenal de López Obrador, la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo se está viendo obligada por las circunstancias de relaciones con Estados Unidos y Donald Trump de asumir un proyecto propio.

Puede decirse que el verdadero sexenio de Sheinbaum comenzó el pasado 1 de septiembre de 2025.

Las presiones de Trump, Bondi, Kristi y Rubio-Landau han modificado los parámetros de funcionamiento de la administración de Sheinbaum Pardo, al grado de que puede decirse que el resultado de la mini cumbre Rubio-Sheinbaum dio por cancelado el modelo de López Obrador en cuando menos cinco variables determinantes: subordinación real al proyecto estadounidense, seguridad compartida con operativos conjuntos, ofensiva directa contra los cárteles del narcotráfico en México y replanteamiento a fondo del tratado de comercio libre por el regreso a los aranceles y la decisión de la Casa Blanca de reconstruir internamente su modelo de dominación económico-productiva y enfriamiento de las relaciones lopezobradoristas con los regímenes anti Trump en Cuba y Venezuela.

En rigor no se trata de una ruptura al viejo estilo, sino de seguir manteniendo prácticamente todo el equipo y todos los objetivos internos, pero con nuevos parámetros dependientes de la nueva realidad sexenal.

El punto que ha podido ilustrar la no-ruptura sino autonomía relativa está en seguridad: por presiones de la Casa Blanca, Palacio Nacional ha tenido que dar por terminado en los hechos –aunque sigue en la retórica– el modelo de “abrazos, no balazos”, además de que el centro dinámico de la política de seguridad ha pasado a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana con Omar García Harfuch y seguirá como retórica el atacar las causas de la violencia pero en los hechos regresando ya a una guerra de confrontación directa con los cárteles y sus capos.

Otro punto que definió de manera sorpresiva la autonomía relativa de la presidenta Sheinbaum de los puntos clave del lopezobradorismo fue la decisión de iniciar un proceso que pudiera llevar a la liquidación del Fobaproa, ese programa inventado por Zedillo para proteger y cuidar a los bancos a costa de dañar a los deudores y que quedó incrustado por decenas de años en el presupuesto público. López Obrador lo criticó pero no se atrevió a terminarlo.

El pasado fin de semana, la presidenta Sheinbaum rompió la subordinación del régimen al sistema bancario y prohibió por principios de cuentas que los bancos dedujeran en impuestos el pago al Fobaproa y con ello dio el primer paso de justicia contra Zedillo y su alianza con Estados Unidos para salvar al capitalismo mexicano a costa de millones de deudores que perdieron recursos y propiedades con alzas de tasas de interés que salvaron a las utilidades bancarias.

Dos decisiones adicionales están en marcha y se presentan articuladas: el anuncio de que vendrán nuevos programas sociales que de modo natural se conviertan en garantías de votos de los beneficiarios y –cuando menos en su conceptualización general– que el Plan México pudiera ser el punto de partida para reorganizar el proyecto industrial y agropecuario de desarrollo que López Obrador no se preocupó por atender la prioridad de sus obras magnas en estado deficiente y prefirió el camino corto de deuda pública para sustituir recaudación fiscal.

Y en el contexto de reordenar estrategias económicas de corto plazo, la presidenta Sheinbaum está regresando a la participación privada en el sector energético y eléctrico, a pesar del viejo nacionalismo de López Obrador que cerró las puertas a la coinversión y convirtió a ese rubro central de la actividad económica en un cuello de botella que impide una verdadera industrialización. El proyecto político de López Obrador se enfocó contra la reforma en esos dos sectores en el Pacto por México de Peña Nieto-PAN-PRI-PRD de 2014.

La presidenta de Sheinbaum no está rompiendo con el proyecto político de López Obrador ni está alejándose de los compromisos de continuidad del programa autodenominado de la 4T, al grado, inclusive, de aguantar expresiones desagradables de las figuras políticas que representan a López Obrador y que de muchas maneras han desdeñado la autoridad presidencial de Palacio Nacional, como fue el incidente de marzo en el que toda la élite lopezobradorista le dio la espalda a la presidenta en un mitin.

Todo indica que la presidenta va a seguir lidiando con esas figuras, pero dejando muy claras que muchas de las funciones en esos rubros estarían pasando directamente a Palacio Nacional. De esta manera y sin usar el modelo Cárdenas del exilio expresidencial, el centro de las decisiones de poder se está concentrando en Palacio Nacional y ya no en el lejano Palacio de Invierno de Palenque ni en su villa de descanso de Mérida.

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Política para dummies: la política se combate con política.

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Carlos Ramírez

Escritor, analista y autor desde 1990 de la columna Indicador Político; fue subjefe de la sala de prensa de la Presidencia de la República; reportero en El Universal, El Financiero y El Heraldo.