carlos ramirez Carlos Ramírez
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Dilema de CSP: 4T sin desarrollo o modernización de Estado

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Dilema de CSP: 4T sin desarrollo o modernización de Estado
Indicador Político - Dilema de CSP: 4T sin desarrollo o modernización de Estado

Si se revisan con técnica de modelo de desarrollo, varias de las reformas que le han tocado a la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo responden al proyecto personal de la 4T lopezobradorista, pero no se ajustan a la modernización productiva de la economía mixta que sería el único camino para salir del hoyo del estancamiento de PIB promedio anual abajo de 2%.

El proyecto de desarrollo que definió la Constitución de 1917 y que llegó apenas a 1940 estuvo definido en el campo de la teoría económica como la de capitalismo monopolista de Estado, con un sector público dominante y un sector privado que tardó en reconstruirse como clase productiva.

La crisis devaluatoria de 1954 recompuso los márgenes de acción del Estado y se incorporó al sector privado y al sector sindical como factores activos en la producción y distribución de los beneficios. De 1954 a 1970 se instaló el modelo de economía mixta, con un Estado que usaba sus recursos públicos para estimular la actividad productiva privada. De 1970 a 1982 el Estado lo fue todo, pero sin capacidad para gestionar la economía fiscal. Los desacuerdos llevaron al colapso de 1982 y a la expropiación de la banca privada. La ruptura neoliberal de mercado en los gobiernos de De la Madrid-Salinas de Gortari sacrificaron al Estado en lo económico y en lo social, pero no reactivaron la economía.

El regreso del Estado a las dominancia económica –más allá de los términos de la rectoría y con la participación muy activa como sector productivo ineficiente– no pudo llevar el PIB más allá de 2%. López Obrador reivindicó el papel del Estado, pero cometió el peor de los errores de un líder social: expandir la acción del Estado en el sector productivo sin resolver las contradicciones que condujeron a la crisis presupuestal fiscal progresiva. Las crisis importadas en el sexenio pasado llevaron el PIB a tasas promedio anual abajo de 1%.

La presidenta Sheinbaum Pardo tiene la gran oportunidad histórica de construir un nuevo modelo de desarrollo desde el Estado pero solo con un acuerdo productivo con el sector privado y con la necesidad indispensable de reactivar el papel político-ideológico que juega la clase obrera en la reconstrucción de los equilibrios de clase del sistema económico en colapso.

El problema del Gobierno actual, como se ha visto en su primer año-calendario, estuvo en el cumplimiento de los compromisos pendientes del modelo económico estatista de López Obrador, pero sin embonar con las necesidades del Plan México que considera en teoría un nuevo modelo de desarrollo. El cumplimiento de los pendientes lopezobradoristas no hizo más que enredar las posibilidades complicadas que se planteó el Plan México.

Las limitaciones del proyecto económico de la administración Sheinbaum se están viendo en los escenarios complicados que tiene en sus manos el secretario de Economía, Marcelo Ebrard Casaubón, para renegociar el T-MEC sin tener en la mano y ya en marcha los primeros pasos de un nuevo modelo de desarrollo productivo que debería comenzar con una costosísima reconversión industrial que acumuló ineficacias porque los gobiernos de Salinas de Gortari a López Obrador pensaron en lo ideológico –el péndulo neoliberalismo-populismo– y no invirtieron un peso del Estado para el recambio de la planta productiva industrial y agropecuaria. Por esas razones el Tratado multiplicó por 10 el comercio exterior, pero el PIB promedio anual fue menor al 2%.

Las restricciones del Gobierno de la presidenta Sheinbaum no solo responden al lastre ideológico y de desdén de clase de López Obrador, sino la a falta de una propuesta de reorganización productiva que debiera estar contenida –y no lo está– en el Plan México. Ebrard puede ser un eficaz negociador de situaciones de crisis, pero carece de un proyecto de desarrollo industrial de agropecuario que tampoco tuvieron Salinas de Gortari y Jaime Serra Puche a la hora de negociar el Tratado. Ebrard van a gastar su capacidad política solo en rogar por algunos descuentitos en los aranceles, pero en realidad tampoco cuenta con una clase empresarial en modo de burguesía productiva que amarre alianzas con el Estado para quitarle a Trump áreas económicas.

El nuevo pacto productivo Estado-empresarios-trabajadores, la negociación del Tratado y el Plan México se ahogarán en la demagogia de los aranceles y no sentarán las bases sexenales de un nuevo modelo de desarrollo industrial y agropecuario. Y el primer aviso negativo está a la vista: Carlos Slim Helú está tomando por asalto el sector petrolero para sus negocios, pero no para la capacidad productiva de México.

Y lo grave de todo es que un nuevo modelo de desarrollo industrial y agropecuario tiene que comenzar por dar marcha atrás a buena parte de las reformas estatistas de López Obrador.

Este es el escenario el desafío de la presidenta Sheinbaum para su segundo año de gobierno.

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Política para dummies: la política es la gestión del poder para objetivos de desarrollo.

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Carlos Ramírez

Escritor, analista y autor desde 1990 de la columna Indicador Político; fue subjefe de la sala de prensa de la Presidencia de la República; reportero en El Universal, El Financiero y El Heraldo.