La agenda Cuba nuevamente se atraviesa en el escenario latinoamericano y sobre todo en las relaciones estratégicas y geopolíticas de México y Estados Unidos. La votación en la ONU contra el mal llamado bloqueo comercial afectará a México en la revisión del tratado comercial y sobre todo en los puntos muy sobrecalentados de los temas que interesan a Estados Unidos y que Palacio Nacional no ha respondido.
Pero el punto central radica en el llamado históricamente bloqueo, o decisión de Estados Unidos para impedir el comercio exterior con Cuba, aunque la economía cubana sigue viviendo del comercio exterior con todos los países, incluyendo Estados Unidos y México.
Después del conflicto provocado por la votación de la OEA en 1962 para expulsar a Cuba de la comunidad latinoamericana y caribeña por su ideología marxista-leninista y del conflicto de los misiles soviéticos que se instalaron en La Habana apuntando a posiciones estadounidenses a solo 90 millas de distancia, la decisión de Washington de ahorcar a la isla de los Castro con restricciones comerciales no dio resultado y, por el contrario, se convirtió en el factor de cohesión interna y del nacionalismo solidario de otros países.
En este contexto y de acuerdo en la actual situación ideológica de la élite del Partido Comunista de Cuba, la mejor decisión para acelerar las contradicciones en la isla sería desaparecer cualquier tipo de restricciones comerciales y que el gobierno cubano enfrente la realidad no subsidiada de un modelo económico-ideológico que ya fracasó.
Sin el llamado bloqueo y con países intentando aprovechar los pocos beneficios que ofrece Cuba a los inversionistas extranjeros, el gobierno del Partido Comunista de Cuba sería inviable e insostenible porque en la lógica castrista comenzarían a rechazar negocios extranjeros y seguiría condenando a su población a situaciones peores que la pobreza total que viven los cubanos, con excepción, claro, de los aburguesados dirigentes del Partido Comunista que se benefician de bienes y servicios.
México está subsidiando a Cuba con petróleo prácticamente regalado y con la contratación aquí de centenas de médicos que en los hechos no pueden ejercer porque carecen de los permisos necesarios para ejercer la medicina equidistante entre las dos naciones. Y el problema radica en que esa ayuda en nada ha beneficiado al pueblo cubano y, por el contrario, se ha convertido en una enorme piedra en el zapato bilateral México-EU por la decisión del secretario de Estado y precandidato a la vicepresidencia en 2028, Marco Rubio, un cubano-americano que tiene la prioridad personal de liquidar al régimen castrista La Habana.
México nunca ha dejado de proteger y ayudar a la Cuba de los Castro, a pesar de que la guerrilla mexicana fue apoyada por La Habana. El tema Cuba fue del PRI en los gobiernos mexicanos –incluyendo al represivo de Gustavo Díaz Ordaz–, pero paulatinamente se fue alejando de la izquierda socialista-comunista por el sometimiento de Fidel Castro a los dictados de la Unión Soviética hasta antes de Gorbachov.
Más tarde, Cuba fue una carta de negociación con Estados Unidos: votar en contra de la violación de los derechos humanos en La Habana. El presidente Salinas de Gortari hizo intentos con el presidente Clinton y la mediación del escritor procubano Gabriel García Márquez para llegar a un nuevo trato con y sin restricciones comerciales, pero el voto cubano en las elecciones del 2000 castigó a Clinton por haberse sometido a Fidel Castro en el caso del entonces niño Elián González, radicalizó a la población cubana de Miami y llevó al candidato Al Gore a la derrota frente al conservador George Bush Jr.
En 1998 el Papa de la geopolítica de la transición soviética Juan Pablo II visitó Cuba con intenciones de desdramatizar el conflicto cubano frente a Estados Unidos y en 2016 por primera vez un presidente estadounidense aterrizó en La Habana en la figura de Barack Obama, pero en ambos casos se toparon con la pared de piedra inflexible de Fidel y Raúl Castro y su negativa a terminar con el régimen comunista. En los hechos, la victimización de Cuba es la fuerza del poder del Partido Comunista.
López Obrador tuvo simpatías por el régimen cubano y como presidente decidió la entrega de petróleo para mantener mínimamente funcionando la planta productiva y comenzó a votar en contra de los intereses estadounidenses en Cuba en los temas de derechos humanos y el tema del bloqueo comercial y el asunto de los médicos que son el camino para transferir dólares mexicanos como subsidio político al Gobierno de La Habana.
El reciente voto de México en la ONU contra el bloqueo le sirvió de pretexto a Estados Unidos para subir el tema a las negociaciones del tratado comercial, la migración y el narcotráfico y en ese sentido debe darse lectura al duro mensaje del vicesecretario de Estado y exembajador estadounidense en México, Christopher Landau, contra México por apoyar la dictadura cubana.
México no gana nada con la carta de Cuba y pierde margen de maniobra ante EU.
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Política para dummies: la política se mide por el intercambio de favores.
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