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Grandeza (2): el capitalismo protestante, igual al español

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Grandeza (2): el capitalismo protestante, igual al español
Indicador Político - Carlos Ramírez

En los hechos históricos probados, México tuvo dos conquistas totalizadoras, y las dos se impusieron a sangre y fuego: la española condujo al modelo criollo y la estadounidense impuso también de manera violenta, invasora, expoliadora y expansionista territorial el modelo económico del capitalismo protestante ex accionista.

La revolución estadounidense no solo le quitó a México la mitad de su territorio para expandir el imperio americano de la costa este de las 13 Colonias a la costa oeste del Pacífico, sino que también quiso funcionar a México como estado libre y asociado, pero se conformaron solo con el territorio, aunque el modelo productivo dominante del México Independiente fue definido como funcional-dependiente del capitalismo estadounidense y sus tres reglas de oro: la explotación, la concentración de la riqueza y la competencia de clase.

El historiador Andrés Manuel López Obrador centra su libro Grandeza en la conquista española que destruyó buena parte de la cultura indígena autónoma –social, sistémica, religiosa-.

Pero López Obrador ha sido siempre obsesivamente inquisidor de los españoles que conquistaron México, que destruyeron el modelo indígena y que dieron a luz un sistema económico, social y cultural hispano. Sin embargo, nada ha dicho en su vida política contra los comportamientos imperiales de Estados Unidos en México –peores que los españoles– que han definido el modelo de nación y que –hay que reiterarlo– le quitaron a México a mediados del siglo XX la mitad de su territorio.

En este contexto, la grandeza de indígena mexicana no solo fue aplastada por España, sino que terminó por ser enterrada por Estados Unidos y la asociación mexicana voluntaria en materia de comercio exterior. El debate es histórico. En 1977, el historiador Edmundo O´Gorman público el libro México: el trauma de su historia. Ducit amor patriae (Me guía el amor a la patria), (UNAM) y ahí incluyó el ensayo que cada día es más vigente: “La trágica incomprensión: conservadores y liberales”.

La tesis de O’Gorman encuentra una explicación de la dialéctica también en tensión dinámica entre conservadores y liberales en el siglo XIX y centra su propuesta en el enfoque de que lo que definió en los proyectos posindigenistas de cada una de las grandes corrientes ideológicas fue el modelo de modernización: los conservadores aspiraban a revalidar la propuesta de los españoles y los liberales se pusieron como objetivo la experiencia de Estados Unidos. Y  concluye que los conservadores fueron convencidos del modelo americano y los liberales se rindieron ante la experiencia de la colonia española.

La modernización de México desde Benito Juárez –y hay que subrayar este hecho histórico– hasta la revalidación del Tratado de Comercio Libre que subordina al país a las necesidades productivas de Estados Unidos fue la del capitalismo estadounidense, aunque en el camino tuvo la preocupación de matizar o disminuir el costo social explotador que Estados Unidos aplicó a su sociedad para lograr el gran modelo de capitalismo mundial. Es decir, la decisión del ciclo mexicano Juárez-TCL fue optar por el modelo explotador y concentrador de la riqueza de EU, a costa de terminar de aplastar a la cultura indígena que apenas si pudo ir sobreviviendo.

El modelo capitalista estadounidense que se impuso México desde la Constitución de 1917 sacrificó paulatinamente el modelo social-productivo indígena y el último clavo al ataúd de esa propuesta histórica indigenista lo puso el presidente Carlos Salinas de Gortari con la eliminación del ejido y la privatización de la tierra para asociaciones productivas con capitales extranjeros, sobre todo de Estados Unidos.

La paradoja de este proceso histórico fue que los indígenas en México fueron desapareciendo como sector histórico-cultural, las comunidades de formación originaria apenas han sobrevivido con expresiones culturales religiosas –entremezcladas con las prácticas católicas españolas– y en los hechos el sistema productivo industrial y agropecuario mexicano responde más y de manera prioritaria a la organización capitalista estadounidense, un poco menos a la española con su expresión moderna inclusive del modelo de la encomienda y prácticamente nada en la actualidad ni en el futuro pueden suponerse un regreso a la estructura productiva indígena.

La fobia del presidente emérito López Obrador contra España ha tenido un “silencio como momia” frente al modelo capitalista mexicano de la Revolución-posrevolución-neoliberalismo-posneoliberalismo que estuvo vigente de principio a fin o al 100% durante el sexenio pasado. A España le exigió López Obrador una humillante disculpa pública, pero con Estados Unidos a guardado un ominoso silencio para exigirle no solo disculpas a Washington por el robo del territorio, sino cuando menos políticamente la devolución de las tierras.

En este contexto, la grandeza indígena fue destruida por España y Estados Unidos.

(Mañana: el pasivo de la iglesia.)

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Política para dummies: la política es la memoria a sangre viva.

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Carlos Ramírez

Escritor, analista y autor desde 1990 de la columna Indicador Político; fue subjefe de la sala de prensa de la Presidencia de la República; reportero en El Universal, El Financiero y El Heraldo.