En medio de la euforia por haber recibido el Premio Nobel de la Paz, la activista María Corina Machado Parisca no pudo ocultar las razones reales de ese reconocimiento: le llamó al presidente Trump para decirle que el premio era para su apoyo, en medio de la campaña de provocación de la Casa Blanca con miras a invadir Venezuela, derrocar al presidente Nicolás Maduro y si se puede llevárselo preso a Estados Unidos.
Con estos elementos se tiene claro que el Comité Nobel objetivamente se colocó en la dinámica de la estrategia de seguridad nacional guerrerista del presidente Donald Trump y también en los hechos avaló las actividades de ejecución extrajudicial de presuntos narcos, presuntamente de Venezuela, que presuntamente trasladaban droga hacia Estados Unidos y que en la caracterización estadounidense eran presuntamente narcoterroristas.
Pero Alfred Nobel había creado el Premio de la Paz con un sentido más ético y pacifista. Escribió en su testamento:
…y una parte (del premio) a la persona que haya realizado el mayor o mejor trabajo en favor de la fraternidad entre las naciones y la abolición o reducción de los ejércitos permanentes y la formación y difusión de congresos de paz. (Alfred Nobel del 27 de noviembre de 1895)
El premio a Machado Parisca fue por razones de disputa electoral, no de paz. El problema real radica en el hecho de que hay suficientes elementos que pudieran probar en tribunales venezolanos la elección fraudulenta del presidente Maduro, pero también existen evidencias concretas de que se trata de un asunto nacional que tiene instancias políticas y judiciales; y si esas instancias son incapaces de decretar el fraude electoral y por lo tanto carecer de mecanismos legales para la destitución de Maduro, los venezolanos tendrán que darse –con el apoyo de instancias internacionales como la OEA– reformas jurídicas para de una vez por todas terminar con las crisis político-electorales.
Pero la intervención del presidente Trump es mover estructuras militares que ocasionan daño a naves venezolanas tripuladas por venezolanos y que buscan generar las condiciones de una invasión militar que no está teniendo hasta ahora ninguna declaración formal de guerra que tendrías que ser autorizada por el Capitolio. Y usa a Machado Parisca como coartada invasora.
En este contexto, el Comité Nobel se convirtió en un jurado en modo George Orwell de su novela clásica 1984 y en la que desarrolla su propuesta literaria-política del neolenguaje del poder absoluto: la guerra es la paz. El Comité Nobel asignó el premio Nobel de la Paz a un activista que representa la opción extraterritorial y extrajudicial del Gobierno de Estados Unidos para intervenir en asuntos políticos internos de Nicaragua. Y existe otro precedente bélico de Trump: la transformación del Departamento de Defensa en Departamento de Guerra.
El problema es de mecanismos jurídicos: Maduro es, en efecto, un gobernante que representa la peor especie de la política de dictadores en América Latina, algo que ya Estados Unidos había padecido a su favor en este tipo de gobernantes que le beneficiaban a Washington, como fue el caso del primer Anastasio Somoza en Nicaragua, de quien el presidente Roosevelt dijo “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”, y lo recibió Washington con honores que solo merecían grandes dignatarios y no represores de su pueblo.
El asunto que se debe discutir es el desprestigio al que se enfrenta el Comité Nobel en el caso de la activista Machado Parisca como la punta de lanza o cabeza de playa de la guerra invasora de la Casa Blanca en contra del presidente de Venezuela.
La activista Machado Parisca es la tercera opción de Estados Unidos para derrocar al presidente Maduro, luego del fracaso de Juan Guaidó en 2019 que inclusive fue invitado especial en el Capitolio durante un informe de Gobierno de Trump y luego el chasco de la candidatura de Edmundo González en las elecciones presidenciales de 2024. Y ahora le toca a Machado Parisca jugar el papel de aspirante presidencial que podría ser impuesta por la fuerza militar y la invasión territorial de todo el poderío estadounidense.
Poco interés prestará el Comité Nobel a las críticas por el Premio de la Paz a la activista venezolana Machado Parisca, en tanto que muchos de los premios Nobel responden más a juegos geopolíticos sobre todo de los intereses de seguridad de Estados Unidos. El comité Nobel premió a Kissinger en 1973 por haber firmado la paz en Vietnam, después de una guerra cruel y destructiva de EU con uso de armas químicas que no pudieron doblegar al grupo comunista de Ho Chi Minh. Y también premió en 2009 al constitucionalista Barack Obama, quien en 2011, ya con la medalla Nobel, aprobó un plan de ejecución extrajudicial y sin cumplir con las reglas legales para asesinar al líder terrorista Osama Bin Laden.
El nuevo lema del Comité Nobel es el de Orwell y su Ministerio de la Verdad: la guerra es la paz.
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Política para dummies: La política es el poder.
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