carlos ramirez Carlos Ramírez
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Problema dentro de Morena, sin oposición y con redes sin rumbo

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Problema dentro de Morena, sin oposición y con redes sin rumbo
Indicador Político - Problema dentro de Morena, sin oposición y con redes sin rumbo

Aunque se quieran abrir debates en temas diferentes a lo que ocurre al interior de la coalición dominante, los protagonistas del poder todos los días alimentan con decisiones la dinámica critica en las redes sociales. La nota clave del discurso del primer informe popular de gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo no se centró en el contenido doctrinario o programático, sino que retroalimentó la versión de cosas que separan a la presidenta en funciones y al presidente emérito en el Palacio de invierno de palenque.

La decisión de los organizadores de colocar en un corral marcado ostentosamente con vallas a los morenistas que habrían ofendido a la presidenta Sheinbaum en marzo de este año cuando le dieron la espalda por la urgencia de tomarse entre ellos una selfi para sus redes sociales definieron el día político. Los medios destacaron el lunes en sus primeras planas justamente a los morenistas castigados como niños de primaria por no haber atendido a la profesora del curso.

Lo interesante del momento fue que la presidenta insistió en su tema de alianza estratégica con la del jefe político del grupo y la continuidad transexenal del proyecto autodenominado como la 4T, pero mostrando que pese a todo todavía hay clases sociales y los lopezobradoristas que compitieron por la candidatura presidencial y perdieron son considerados como parias por el nuevo bloque político de poder.

Aquí no se trata de hacer sobresalir hechos que pudieran estar muy ocultos en los pliegues del sistema político, sino en que fue muy clara la decisión pública de encerrar en un corralito a los niños castigados por irrespetar –una palabra menos agresiva que faltarle el respeto– a la presidenta de la República en un evento público de marzo de este año.

Al ser colocados en el corralito, los niños traviesos y desobedientes  de la 4T fueron exhibidos en la plaza pública del Zócalo de la Ciudad de México en uno de los mítines más importantes del Gobierno actual: el arranque formal del año dos del sexenio, pero justo en momentos en que el presidente emérito López Obrador se encuentra arrinconado no por la campaña tradicional de sus anti que nunca pudieron conquistar espacios reales en la política y en las redes, sino por las agendas y expedientes abiertos de casos gravísimos de corrupción que ocurrieron en el entorno del gabinete del presidente López Obrador.

Es decir, se trata de casos que estallaron dentro del bloque gobernante, pero –y este dato no debe perderse de vista en el análisis– con información de expedientes oficiales cerrados –si no es que secretos– que fueron filtrados a la oposición periodística para reventarlos públicamente y generar casi cinco meses de debate que no han podido sobreseer en lo judicial ni menos aún congelar en el ambiente político y mediático.

Lo que queda en el debate que –se reitera– no generaron los medios, ni la crítica, ni el círculo rojo, ni los corruptos del viejo régimen, ni los resentidos en busca de chamba, ni los insatisfechos de siempre, se localizan los elementos de que la alianza López Obrador-Sheinbaum Pardo que es sólida e inquebrantable, pero que no se puede decir lo mismo de los grupos de poder que se jalonean al interior de la coalición dominante y que dan espectáculos como el castigo por una selfi o el reglazo tipo preprimaria de escuela pública donde antes se arreglaba todo castigos públicos corporales por parte de los maestros.

Lo malo de los significados políticos de hechos cotidianos es que mandan mensajes equivocados: al ser castigados en un corralito público a la vista de todos –en una escena en la que solo faltaron las orejas de burro a los políticos sancionados en un rincón–, los figurones del poder que forman parte de la estructura política del régimen cuatroteísta perdieron credibilidad, imagen y seriedad y desde sus posiciones de poder desde el domingo mismo fueron víctimas del de escarnio en tipo bullying justamente de las escuelas primarias.

Y no son figuras menores: el jefe del Senado, el líder político de los diputados, la presidenta del partido Morena en el poder y nada menos que el hijo primogénito político del presidente emérito, jefe real del movimiento de la 4T y precandidato presidencial para 2030 no pudieron evitar el rostro compungido de verse humillados en un corralito de castigo, pero ante la circunstancia agravante de que todavía tienen funciones de liderazgo político real en el grupo gobernante.

Así que no culpen a los medios críticos, al círculo rojo, a la comentocracia o a la oposición diezmada de las críticas a la evidente falta de cohesión en el bloque gobernante. Bastará con ver la fotografía los jefes políticos castigados en un corralito de primaria pública o de plaza de comité de salud pública de tiempos de la revolución francesa, aunque antes eran guillotinas y hoy corralitos.

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Política para dummies: en política, lo que se ve no se juzga sino que se juzga lo que se ve. ¿Entendieron?

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Carlos Ramírez

Escritor, analista y autor desde 1990 de la columna Indicador Político; fue subjefe de la sala de prensa de la Presidencia de la República; reportero en El Universal, El Financiero y El Heraldo.