carlos ramirez Carlos Ramírez
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Trump, bocón; Rubio, estratega, CSP, juntos pero no revueltos

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Trump, bocón; Rubio, estratega, CSP, juntos pero no revueltos
Trump, bocón; Rubio, estratega, CSP, juntos pero no revueltos

A pesar de que Estados Unidos consiguió casi todos sus objetivos en materia de seguridad nacional en México, el comunicado conjunto oficial de la minicumbre resumió en unas cuantas líneas un nuevo entendimiento que es el mismo entendimiento que han tenido las dos naciones desde la Operación Intercepción de 1969.

El resultado real, pragmático, en frío fue benéfico para México, a pesar de mayores concesiones que se vio obligado a realizar, pero la negociación de fondo era frenar la amenaza del presidente Donald Trump de invadir México con fuerzas militares regulares estadounidenses para combatir por su cuenta a los cárteles del narcotráfico en México, atropellando la soberanía mexicana. No habrá –aunque no podría haber habido– invasión militar de EU.

Ahora se sabe que Trump quedó como un bocón: nunca, en la realidad, habría de tomar la decisión invasora, y el secretario estadounidense de Estado mostró que su jefe no tiene cara de póker.

Es posible resumir el clima de la reunión ayer en Palacio y en la cancillería con el primer párrafo Declaración Conjunta que nunca se salió de los límites estrictos de la diplomacia pero que resumió las mismas conclusiones de siempre:

Los Gobiernos de México y los Estados Unidos reafirman nuestra cooperación en materia de seguridad, que se basa en los principios de reciprocidad, respeto por la soberanía e integridad territorial, responsabilidad compartida y diferenciada, así como confianza mutua. El objetivo es trabajar juntos para desmantelar el crimen organizado transnacional a través de una mayor cooperación entre nuestras respectivas instituciones de seguridad nacional y aplicación de la ley, y las autoridades judiciales. Además, estamos trabajando para abordar el movimiento ilegal de personas a través de la frontera. Esta cooperación a través de acciones específicas e inmediatas fortalecerá la seguridad a lo largo de nuestra frontera compartida, detendrá el tráfico de fentanilo y otras drogas ilícitas, y detendrá el tráfico de armas.

De este primer párrafo hay que destacar y subrayar de manera especial una frase en modo condicionante que podría considerar México como una gran victoria diplomática que no debe regatearse:

Responsabilidad compartida y diferenciada”.

Es decir, programas conjuntos ya están operando en la frontera y en territorio mexicano, pero destacando y subrayando del lado mexicano este señalamiento de “responsabilidad… diferenciada”, el reconocimiento por parte del Gobierno de Estados Unidos a las diferencias de México como nación soberana, y que dentro de ella se puede llevar operativos conjuntos que son los que le preocupan a Estados Unidos, pero siempre bajo las reglas de México.

No puede dejar de reconocerse que la frase de responsabilidad compartida fue una gran victoria diplomática, estratégica y de seguridad nacional para  México, porque la palabra diferenciada estaría reconociendo la existencia de reglas, estilos, protocolos, motos y limitaciones de México y a las cuales y se tendría que someter Estados Unidos.

El problema de la negociación que vino a sellar con lacre el secretario Marco Rubio fue en la expectativa beligerante y amenazante del presidente Trump de que ayer mismo en la noche las tropas estadounidenses podrían estar cruzando por aire, mar y tierra la frontera mexicana y metiéndose a territorio nacional a combatir a sangre y fuego a los narcos no solo en Sinaloa, sino en la totalidad del territorio nacional donde los cárteles forman parte ya de las estructuras de gobernanza que han dañado el funcionamiento democrático de las instituciones.

La gran victoria de Estados Unidos fue terminar con el corto período del modelo de seguridad del presidente López Obrador de “abrazos, no balazos” que transformó el paradigma de la relación delictiva entre delincuentes y el Estado mexicano a través de un concepto que han utilizado últimamente y con frecuencia los expertos en análisis de políticas de seguridad: la deseguritización, es decir, cambiar la percepción de los delincuentes como violentados conscientes de las reglas legales para traficar con drogas ilegales a sangre y fuego a la de percibir como López Obrador desde el principio de su gobierno a los delincuentes como víctimas del modelo económico explotador.

Rubio impuso el regreso a la percepción de la delincuencia mexicana en materia de narcotráfico como punible y México aceptó pasar de la percepción social de la delincuencia a la comprensión de que los cárteles están formados por violentadores de la ley y no por víctimas sociales.

Ahí se percibe la gran victoria de Estados Unidos: operativos conjuntos sí, pero diferenciados en México para combatir a los cárteles, por lo que EU ya no puede seguir amenazando con tropas estadounidenses, fuerzas especiales de marines y drones con misiles como el lanzado por el presidente Trump contra una lancha presuntamente cargada de droga.

Así que el comunicado conjunto deja claro al estilo mexicano que habrá operativos bilaterales con criterios de “juntos, pero no revueltos”.

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Política para dummies: la política es el reino del sí pero quién sabe.

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Carlos Ramírez

Escritor, analista y autor desde 1990 de la columna Indicador Político; fue subjefe de la sala de prensa de la Presidencia de la República; reportero en El Universal, El Financiero y El Heraldo.