Julio Torres, dueño de la empresa de cartón Cartotec en la región de Tecamachalco, fue víctima de secuestro y brutal decapitación en Acatzingo, en un caso que apunta a un posible ajuste de cuentas. El empresario había sido detenido previamente en febrero de 2021 junto a su entonces pareja, Guadalupe Saharait M., alias “La Sara”, por narcomenudeo.
De acuerdo con un boletín de la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) de aquella fecha, la pareja fue asegurada sobre la carretera Tecamachalco–Quecholac a bordo de un Chevrolet Camaro.
Al revisar el vehículo, los agentes encontraron 93 dosis de cristal y 50 mil pesos en efectivo. Incluso se reportó que intentaron sobornar a los uniformados para evitar su arresto.
En aquel momento, la dependencia vinculó a Torres y su acompañante con actividades de distribución de drogas, además de señalar su presunta participación en delitos como robo a transporte de carga y robo de vehículos en la zona.
Aunque se desconoce el desenlace legal de aquel proceso, el antecedente refuerza la hipótesis del ajuste de cuentas.
El secuestro y el hallazgo de la cabeza
El secuestro de Julio Torres en Tecamachalco para después ser ubicada su cabeza decapitada en Acatzingo, ocurrió la semana pasada, cuando Julio Torres fue privado de la libertad al salir de Tecamachalco el 23 de septiembre.
Días después, el 28 de septiembre, su cabeza fue abandonada en Acatzingo, colocada sobre una colcha al pie de las letras turísticas del municipio, junto a un narcomensaje que advertía: “Esto te pasó por no pagar cuota de protección”.
La vida pública de Julio Torres contrastaba con sus presuntos nexos criminales, pues era conocido en la región por su estilo ostentoso al exhibirse con vehículos de lujo, relojes, caballos y tener su empresa de cartón. Además, también participaba en acciones altruistas.
Actualmente, la FGE ha tomado el control de la investigación para determinar el motivo del homicidio, enfocándose en sus posibles vínculos con la delincuencia organizada y la exigencia de cobro de piso.
Un elemento que ha complicado la investigación inicial fue la actuación de los policías municipales de Acatzingo, quienes en lugar de asegurar la escena del hallazgo, manipularon la evidencia.
Se reportó que los agentes tomaron la cabeza y la trasladaron sin esperar al Servicio Médico Forense (Semefo), alterando el lugar del crimen.
Este hecho motivó que la autoridad ministerial abriera una investigación contra los policías por el delito de obstrucción de la justicia.
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