Alana, una niña que se dirigía a la escuela junto a su padre, murió tras recibir un impacto de bala en medio de un enfrentamiento entre civiles y agentes de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Guanajuato. En sus últimos momentos, la menor expresó a su padre: “Papi, me dieron, tengo sangre”.
El tiroteo ocurrió cuando elementos de la fiscalía intentaron detener a Alan N, padre de Alana, acusado de feminicidio en grado de tentativa contra su hermana. Sin embargo, la familia sostiene que las acusaciones son falsas.
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La madre de la menor, Marian Paulina, denunció que su hija fue víctima de feminicidio, aunque la bala que la alcanzó fuera perdida. Expresó su dolor y exigió justicia, afirmando que su otra hija, Oriana, quedó traumatizada tras el ataque.
Según la familia, el operativo se llevó a cabo mientras Alan N conducía con su esposa e hija en la zona de El Cortijo. Un vehículo los interceptó y hombres armados abrieron fuego contra él. En la confusión, el empresario de San Miguel de Allende, creyendo que se trataba de un ataque del crimen organizado, respondió al fuego.
Las circunstancias del caso han generado controversia y llamado la atención sobre el uso de la fuerza en operativos de seguridad, así como sobre las versiones encontradas entre las autoridades de Guanajuato y la familia de la niña víctima.