La madrugada de este viernes 19 de diciembre, el sistema solar fue testigo de un evento astronómico sin precedentes: el punto máximo de acercamiento del cometa 3I/ATLAS. Este objeto, identificado como el tercer visitante interestelar en la historia de la astronomía, alcanzó su perigeo antes de emprender su viaje definitivo hacia los confines del espacio profundo.
El fenómeno, seguido de cerca por observatorios de todo el mundo y la comunidad, permitió recolectar datos inéditos sobre la composición de cuerpos celestes formados fuera de nuestra galaxia vecina.
Un encuentro a millones de kilómetros
A pesar de la expectativa generada en redes sociales, el 3I/ATLAS mantuvo una distancia de seguridad de aproximadamente 270 millones de kilómetros de la Tierra. Aunque su brillo no permitió la observación a simple vista, astrónomos y aficionados equipados con telescopios de alta potencia lograron captar su estructura entre las 04:30 y las 06:00 horas, aprovechando la baja contaminación lumínica de la madrugada.
Criovulcanismo: El hallazgo que desafía la ciencia
Lo que hace al 3I/ATLAS diferente de sus predecesores, como el ‘Oumuamua’, es su actividad geológica. Investigadores de la NASA confirmaron la presencia de “volcanes de hielo” o criovulcanismo en su superficie. Estas erupciones de gas y polvo sugieren que el cometa posee un núcleo activo y una composición química rica en agua y metales pesados como el níquel, elementos poco comunes en los cometas que orbitan regularmente nuestro Sol.
Entre la ciencia y la controversia
El paso del 3I/ATLAS no estuvo exento de debate. El astrofísico de Harvard, Avi Loeb, volvió a encender la polémica al sugerir anomalías en la trayectoria del objeto que podrían indicar un origen artificial. No obstante, la comunidad científica internacional ha sido tajante: los datos obtenidos por el Telescopio Hubble confirman que se trata de un cuerpo natural con una antigüedad estimada de hasta 11 mil millones de años.
Ruta de salida: Adiós al sistema solar
El “visitante interestelar” no regresará. Con una velocidad de crucero de 245 mil kilómetros por hora, el cometa se dirige ahora hacia la órbita de Júpiter, donde se espera que llegue en marzo de 2026. Tras ese encuentro planetario, el 3I/ATLAS abandonará nuestro sistema solar de forma definitiva a finales del próximo año, convirtiéndose en una cápsula del tiempo que llevará consigo los secretos de un sistema solar lejano.
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