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Temas Constitucionales


Guillermo Pacheco Pulido

 


SEGURIDAD NACIONAL Y PAZ PÚBLICA

 

En la entrega anterior hablamos sobre un sistema de justicia penal humanitario y expresé mis dudas con relación a la creación de un derecho penal del enemigo. El recuerdo de los atentados del 11 de septiembre en la Unión Americana y los atentados que sufrieron las instalaciones de Petróleos Mexicanos el día 10 de septiembre de este año, me obligan a insistir sobre el tema.


Diversos son los preceptos de nuestra Constitución que nos hablan de la seguridad de las personas, de la paz pública y de la seguridad nacional, bastando para ello hojear el contenido de los Artículos 6°, 7°, 9°, 10° de manera implícita, 13°, 14°, 16°, 17°, 21°, 25° también en forma implícita, 26° en la planeación respecto a la seguridad que es parte del sistema de planeación democrática, 27°, 29° y 89° fracción VI, entre otros.


No es fácil notar la diferencia entre seguridad nacional, paz pública, orden público y la garantía del ejercicio de las libertades, pues todos ellos son conceptos amplios que contienen la decisión de las y los mexicanos para construir una sociedad libre de violencia.


Los excesos que las personas realizamos al desconocer los derechos de otros afectan intereses patrimonios y derechos de terceros, pero la suma de violaciones sistemáticas a las normas jurídicas generan un desorden que afecta a la paz pública y ponen en entre dicho el ejercicio de la libertad de otros seres humanos, reducen la actividad económica y afectan el funcionamiento de las instituciones.


Sabemos que existe inconformidad en algunas personas derivada de cuestiones económicas, políticas y sociales, pero debemos tener siempre presente que la Constitución General de la República eliminó el derecho para que particulares o grupos organizados pretendan hacerse justicia de propia mano y es enfática al prohibir el ejercicio de la violencia para reclamar el derecho.


El anterior mandato puede considerarse como la piedra angular del pacto social, pues en la medida en que todos entendamos que podemos no estar de acuerdo en muchas situaciones y decisiones, pero es acudiendo a las vías del reclamo institucional como podemos modificar leyes, instituciones, actitudes y situaciones que nos parezcan contrarios a la dignidad de la persona.


El uso de la violencia, verbal o física, no nos puede conducir más que a más violencia y, repito, que ninguna persona tiene derecho de ejercer violencia para reclamar sus derechos por legítimos que estos sean.


En los atentados del 11 de septiembre del año 2001 observamos la vulnerabilidad de la organización social contemporánea, en virtud, de que un grupo de personas por razones entendibles o inaceptables ejercieron una violencia tan grave que produjo la muerte de más de tres mil ciudadanos norteamericanos, algunos de ellos compatriotas nuestros. El hecho de que el atentado se realizara en los Estados Unidos tiene una mayor significación cuando observamos, que dicha nación se jacta de tener uno de los mejores niveles de vida y un eficiente sistema de seguridad. Con estupor observamos que eso es falso.


Los hechos recientes en nuestro país nos deben mover, a todos, a buscar esquemas de pacificación permanente en nuestros hogares, calles, centros de trabajo y en nuestras instituciones públicas y políticas. Muchos estarán de acuerdo que parece hoy estar de moda que sólo obtiene respuestas quien más presiona, quien más alega y quien está siempre en el límite de lo legal y lo ilegal, bastando como ejemplo señalar el comportamiento de los grupos de delincuencia organizada y de expresiones de pensamiento extremo. Lo anterior resulta peligroso, pues además de ser inadecuado, se convierte en un ejemplo que muchas personas están dispuestas a seguir en la medida de que es más fácil encontrar lo que se quiere bajo presión que con el esfuerzo cotidiano del trabajo.


Los mexicanos reprobamos expresiones de violencia innecesaria que nos afectan a todos de manera moral, económica y social. ¿Cómo podemos acudir a nuestro trabajo si vamos a ser víctimas de un delincuente irreflexivo o de un extremista que pretende destruirlo todo sin proponer la construcción o el mejoramiento de lo que existe?


La seguridad pública y la paz de los mexicanos es un elemento indispensable para seguir trabajando en la solución de nuestros graves problemas y el rompimiento de la frágil estabilidad política puede ser consecuencia de la acumulación permanente de enojos y frustraciones. Con humildad afirmo que somos la mayoría de los mexicanos los que pretendemos el progreso de nuestra patria y lo hacemos con el trabajo diario, con la aportación de ideas e incluso, de reflexiones que aceptan aspectos negativos de nuestra realidad social pero al mismo tiempo proponen y trabajan para que mejorando lo que existe podamos continuar todos juntos en el camino del desarrollo.


Las guerras y las revoluciones armadas no resuelven nada y sí retrasan el desarrollo de los pueblos, porque todos los planes personales y colectivos se suspenden para atender una prioridad: conservar la vida. Lo anterior no debe sonar dramático ya que es una realidad y si queremos resolver problemas económicos trabajemos construyendo más riqueza y repartámosla mejor, en consecuencia, la destrucción de lo existente es, precisamente, ir en el sentido contrario de lo que se necesita.


Todos podemos construir la paz y, para empezar, no podemos mostrarnos indiferentes ante eventos tan impactantes como los que nos están sucediendo.


 

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