DONDE LA LEY TERMINA, COMIENZO YO


Maritha Amescua


DE LA MUERTE DE JUAN CAMILO EN EL OTRO MÉXICO


La tierra no nos fue heredada
por nuestros padres,
nos fue prestada por nuestros hijos.
(Luis Donaldo Colosio)


Desde el otro México me he avocado a recoger los fragmentos de mi mente y mis recuerdos sobre lo ocurrido la semana pasada con el avionazo de reforma. Pero aquí algo ha sucedido, o mejor dicho nada ha sucedido. El silencio de la carretera camino a Cuautotola -Puebla-, y el verdor alrededor, me obligan a reflexionar una vez más sobre mi angustia por la muerte de Juan Camilo –el hoy héroe de la Nación-, pero al término de mi recorrido me doy cuenta que aquí no ha pasado nada.


Este es otro México muy distinto al convulsionado hace unos días en las capitales del país; aquí la gente no habla sobre eso como en la mayor parte de las cafeterías de la metrópoli, de hecho aquí no hay cafeterías, aquí se siembra y se ruega al cielo por cosechar el café.


Juan Camilo, el nombre más conocido hoy día en nuestras ciudades es completamente desconocido para mi gente de la sierra; para ellos, parece que no ha pasado el tiempo desde la última vez que los visité en el verano.


O quizá se note un poco el paso del tiempo en la carretera, ya que luego de dos años de sucedido el huracán que más fuertemente los golpeó, no sigue igual, ¡ha empeorado!, ya que sin la mínima atención por parte de las autoridades el daño ha crecido.


Hace dos años la carretera de dos carriles bien abrigaba dos autobuses del servicio público federal, uno de ida otro de vuelta. ¿Hoy? Hoy tuvimos problemas en autos compactos para poder atravesar esa parte de la carretera que se convirtió de la noche a la mañana en camino rural de un solo carril y paso peligroso.


Para estos otros mexicanos, el avión en el que perdieran la vida José Luis Santiago Vasconselos y Juan Camilo Mouriño no es una desgracia nacional; muchos de ellos están de luto por los hijos que murieron este año por accidentes en los deslaves o peor aún de hambre ya que el comercio ha disminuido porque no hay vías de comunicación que lo generen. Ellos no comparten mi angustia por lo que según yo le pasaba al país con la muerte de Juan Camilo, ellos están angustiados porque el precio del café ya caído, sigue para abajo.


“También pido a todos los mexicanos que ningún acontecimiento, por doloroso o difícil que sea, como por supuesto lo es éste, nos haga desfallecer en nuestro anhelo de tener un México mejor.”(Felipe Calderón)


Más aún la crisis de Estados Unidos que nos trae apanicados a todos, el regreso de los migrantes en bandada para las navidades, y la elección de Obama, para ellos no es sorpresa ni desconsuelo. En el México que ellos pisan, en ese territorio en el que la pena se ha fijado a sus pies rotos por la misma tierra, (parafraseando a Delgadillo) desde hace ya muchos años todos estos acontecimientos no tienen cabida en sus mentes, porque no les afecta directamente ni tampoco comerán mejor si se resuelve el “accidente” en menos de 11 meses.


Así que yo azorada no sé cómo debo leer el repetitivo y visceral discurso de Felipe Calderón, a la luz de esta gente, mi gente, que cada vez que vengo nos aguardan con más esperanza y con menos recursos.


Se han cansado las autoridades en convencernos de que lo ocurrido el pasado martes fue un accidente y Felipe (no creo que cansado) nos ha repetido en tres ocasiones al menos, lo decidió que está a combatir a los “enemigos de México” haciendo alusión a la forma en la que su amigo murió.


No sé a quién quieren engañar, si a mi otro México que ni enterado está de lo que ocurre en Bucareli y sus alrededores, o al México del hartazgo por la delincuencia organizada, que ha preferido las novelas (que como las de Taylor Caldwell mucho tienen de verdad) que cuentan: las mas pavorosas, que la muerte de Juan Camilo fue un ataque premeditado de cárteles no favorecidos y otras, las más rosas, que el ataque fue debido a la pureza de intenciones de sus víctimas y de todos los que -aún vivos hoy- trabajaban arduamente e incluso encabezaban su lucha.


La verdad, la más funesta por real, es que la muerte de Juan Camilo es el resultado del México descompuesto y fragmentado en varios Méxicos disímiles y equidistantes que no se conocen, que no se tocan, que no se escuchan ni se ayudan y mucho menos se quieren.


Esta muerte es solo la punta del iceberg de la terrible impunidad amparada por la discrecionalidad del aparato burocrático en todos sus niveles.


Ya en 1994 el atentado contra mi querido y entrañable Luis Donaldo nos lo gritaba pero nos conformamos con oír y no quisimos escuchar; y hoy hacemos un nuevo nicho monumental que nos sirve no solo para llorar la muerte de Juan Camilo y la de los dos Méxicos con él, sino también para guardar en ella toda la verdad sobre su vida y más aún la de su muerte.


Estoy lista para esperar no solo 11 meses, sino 11 siglos si es necesario para saber junto con la verdad de la muerte de Juan Camilo, de la de Luis Donaldo y lo del 68, quizá lo de la Paca y si porque no también el porque de este México convulsionado que mucho me da la impresión que perdió el rumbo el 2 de Julio del 2000.


Ya mi corazón me lo gritaba pero presentía que era la cercanía la que me obligaba a una lectura de este tipo, pero ahora veo que no fue así; que entonces se cocinaba mucho mas de lo que según Felipe le heredaron de malo. Quién se lo heredó? El 2000? Fox? Acción Nacional con su terrible desasosiego y a quien el mismo el domingo pasado les dijera: También homenajearlo significa dejar atrás y de una vez las mezquindades, las ruindades que nos impiden servir, que nos impiden hacer el bien y que nos atrapan en pleitos, en envidias; ruindades sin fin, que paralizan la acción del partido, nos alejan de los ciudadanos y además nos hacen perder elecciones” (Felipe Calderón)


Esto es lo heredado no por un color, una ideología o más aún por héroes hechos de la noche a la mañana. Este y el otro México, el de Cuautotola y muchos municipios más, es lo heredado por el trabajo diario de cada mexicano, y no podemos exigir como cosecha, mucho más de lo que hemos sembrado.


Dedicado a Luis Colosio Fernández por la verdad aún oculta luego de 14 años del asesinato de su hijo, y a sus nietos Luis Donaldo y Mariana; por la gran admiración que aún me causa la vida de Luis Donaldo Colosio. ---


……..


Gracias Pablo Querido por la espectacular noche de anoche, en la que tu trova curó como siempre las heridas que deja la vida, en la majestuosa inauguración del Centro Cultural Universitario de la BUAP, en hora buena a Enrique Agûera con el deseo del mejor de los éxitos con éste Centro de Convenciones, el más grande de América Latina y me atrevo a decir que el más hermoso (aunque no conozco todos).


Y si, también gracias a ti por invitarme.

    



 
 

 

 
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