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Lector de Pruebas
Gerardo Lino
EL CUARTO BLANCO, por Charles Simic
Lo evidente es difícil
De probar. Muchos prefieren
Lo escondido. También yo, antes.
Escuchaba los árboles.
Tenían un secreto
Que pretendían darme a conocer—
Y luego nada me dijeron.
Vino el verano. Cada árbol
De mi calle tenía su propia Scherezada.
Mis noches eran parte de su incesante
Contar. Entrábamos en casas oscuras,
Siempre más casas oscuras,
Silenciosas y abandonadas.
Había alguien con los ojos cerrados
En los pisos de arriba.
El miedo a eso, y el asombro,
Me dejaban sin dormir.
La verdad es fría y calva,
Decía la mujer
Que siempre vestía de blanco.
Nunca dejaba su habitación.
El sol alumbró una o dos
Cosas que habían permanecido
Intactas toda la noche.
Las cosas más simples,
Difíciles en su obviedad.
No hacían ruido.
Era la especie de día
Que la gente llama ‘perfecto’.
Los dioses se disfrazan
De pasadores, un espejo de mano,
Un peine con un diente perdido?
No! No era así.
Sólo las cosas como son,
Impasibles, yaciendo mudas,
En esa luz deslumbrante—
Y los árboles esperando la noche.
A la memoria del Dr. Rafael López Espada
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