Elingher Ordenó la ejecución

A nadie sorprenderá la verdad. Pero Jorge Elingher, en persona, fue quien ordenó a la secretaría general del Comité Municipal del PAN, Ana María Jiménez, examinar el expediente de preregistro de Ana Teresa Aranda y buscar cualquier inconsistencia, así fuera mínimo, para sacarla de la jugada. En su desesperación incluso quiso recurrir al argumento de que el trámite debía ser personalísimo, y como sólo asistieron sus representantes, en automático debían negárselo. Rafael Micalco lo paró en seco por lo burdo de la jugada, pero cuando examinaron el expediente y encontraron que faltaba el documento probatorio de la ciudadanía, Elingher se dio por satisfecho, sabiendo que tenía en sus manos la eliminación de Ana Tere.

La historia es la siguiente y nos la cuenta un empleado del Comité Municipal de Acción Nacional, que por obvias razones, pide la gracia del anonimato.

El preregistro de Ana Tere tomó por sorpresa a Jorge Elingher, quien hasta la seis de la tarde, por los medios de comunicación, se enteró que los representantes de La Doña habían realizado el trámite. Montó en cólera y le reclamo a Ana María Jiménez que no le hubiera avisado. La secretaria general, por incapacidad o por estar pensando en cómo apoyar a sus parientes a llegar a las diputaciones, pues simplemente pasó por alto informar a su jefe.

Después de la severa reprimenda, Elinger ordenó a Ana María que buscara una incosistencia en el expediente. Una sola que sirviera para descalificar a Ana Tere. Buscaron en las rúbricas y en la comprobación de su militancia. Enloquecido, Elingher planteó descalificarla por no asistir en persona para realizar el trámite e incluso comenzó a redactar una carta que enviaría a Ana Tere para obligarla a presentarse personalmente. Rafael Micalco lo persuadió de no hacerlo por la imagen de inequidad que se generaría.

Cuando Elingher comenzaba a darse por vencido, sorpresa, encontraron la falta de la acreditación de la ciudadanía y procedieron a la ejecución. ¿Así o más guerra sucia?

A los amigos, justicia y gracia; a los enemigos, la ley a secas. El golpe que la burocracia panista le asestó a Ana Teresa Aranda es contundente y prácticamente la deja a merced de que la mayoría priísta en el Congreso decidiera aprobar su ciudadaníaLos tiempos del procedimiento, antes que a un proceso legal, estarían sujetos a la voluntad política de los tricolores y en específico a la del gobernador y Pericles Olivares. En todo caso, Ana Tere obtendría la aprobación del Congreso de acuerdo los tiempos del proceso constitucional, pero para la competencia interna de su partido.

El procedimiento normal para obtener la ciudadanía se lleva entre tres o cuatro meses. El interesado presenta la solicitud en la secretaría general junto con los elementos de prueba; ésta la turna a la Comisión Permanente y de ahí se va a dictaminación por parte de la comisión de Gobernación, que después lo somete a votación del Pleno. Tomando en cuenta que el nuevo periodo ordinario de sesiones comenzará hasta el próximo 1 de junio y el registro de la interna panista se cierra el 31 de mayo, Ana Tere no podría entrar a la contienda.

Ana Teresa Aranda cometió un error provocado por la soberbia. Aunque la litis es vieja, no deja de tener actualidad porque la ley es la ley. Es tan simple y tan sencillo que, aunque La Doña ganara la contienda interna panista, el Instituto Estatal Electoral no podría registrarla como candidata al carecer de la ciudadanía.

El hecho de que anteriores órganos electorales lo hayan hecho no subsana la carencia jurídica. Los gobiernos priístas de Mariano Piña Olaya y sobretodo el de Manuel Bartlett lo hicieron por un juego estratégico. Según comentan testigos de la época, Bartlett y Melquíades Morales pactaron otorgarle el registro sin la ciudadanía para evitar un escándalo. Pero en caso de que Ana Tere llegare a ganar, inmediatamente impugnarían su ausencia de calidad y echarían abajo su triunfo.

De esta forma, sabedora de su debilidad, Ana Tere fue cegada por la soberbia y hoy se encuentra a merced de sus enemigos.

Victoria pírrica, pero victoria al fin, dirían los yunquistas.

*** ¿Viejos amigos? Mario Marín inauguró ayer el Congreso Nacional de la Escuela Libre de Derecho y saludó a viejos amigos, incluido a Don Alberto Jiménez Morales y a todo el Consejo de Directores. Tan a gusto se sintió el gobernador que anunció ahí el registro oficial de la nueva maestría en Derecho Constitucional y Amparo.

Una hora después, el gobernador regresó al Centro de Convenciones. No crea que a saludar de nueva cuenta a la comunidad de la Libre de Derecho, sino a entrevistarse con el diputado priísta César Camacho Quiroz, que preside la Comisión de Gobernación en San Lázaro y tiene en sus manos el expediente de juicio político contra el gobernador poblano. ¿De qué platicaron? Sólo ellos lo saben.


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