Poder y Política


Manuel Cuadras

12/01/2010

Nada para nadie


Quienes creían (y decían) que todo estaba definido en la carrera por Casa Puebla, nuevamente se han equivocado. Desde hace más de un año hemos sido testigos de innumerables destapes a favor del delfín marinista para intentar convencer y vender la idea de que “todo está arreglado”. Nada más falso que lo anterior. ¿La razón?, la dijimos muchas veces en este mismo espacio: la elección de Puebla está en función de los intereses nacionales, y más concretamente, de la sucesión presidencial.


Pensar que Puebla sería un estado alejado de las decisiones nacionales, era tanto como caer en un análisis sofista, simplón e ingenuo (los tres). Cierto, el año pasado algunos gobernadores lograron imponer a sus respectivos delfines, con la aparente complacencia del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PRI, pero esto no implicaba que marcara la nueva regla del sistema político mexicano del siglo XXI: “gobernador pone gobernador”. Cada caso tuvo sus propias circunstancias y sus propias coyunturas que permitieron concretar el proyecto transexenal, recordemos:


El gobernador de Nuevo León encontró en Rodrigo Medina al doble de Peña Nieto y consumó la imposición gracias a la pura envoltura de su producto. ¿Cómo decirle que no a un candidato joven, fresco y desenvuelto?


Colima tuvo a un candidato (Mario Anguiano) que, después de ser un buen presidente municipal, se mantuvo tres años ininterrumpidos en primer lugar de las encuestas. ¿Cómo negarle la candidatura a un candidato tan rentable?


En Campeche se conjugó el buen posicionamiento del delfín, con la buena imagen de su padrino (Jorge Carlos Hurtado), el gobernador mejor evaluado a nivel nacional. ¿Cómo decirle que no a un delfín rentable y a un gobernador con calidad moral?


¿En Puebla tenemos las mismas circunstancias que en Nuevo León, Colima y Campeche? No. Zavala no es ni el doble de Peña Nieto, ni tampoco es un candidato rentable y, por su parte, el gobernador Mario Marín no goza de buenas calificaciones como para que la gente “le tolere” la imposición de un delfín.


Aunado a ello, el cuento de la unidad que tanto presumía Marín para justificar llevar mano en la sucesión es un mito, que poco a poco se desmorona con el inminente riesgo de la división interna. Ante este escenario, ¿habría alguna razón para que el CEN se mantuviera al margen del proceso? La respuesta es obvia: No.


Volvamos ahora al contexto de la elección presidencial de 2012. La aspiración de Beatriz Paredes es clara, lo mismo que su estrategia: buscar la candidatura del PRI desde el PRI mismo; es decir, construir su candidatura utilizando la estructura del partido, copiando el modelo de Roberto Madrazo en 2006. La ecuación fue simple: impulsar candidaturas para posteriormente cobrar las facturas. ¿Qué pasa si Beatriz Paredes les arrebata las candidaturas a los gobernadores? Los gobernadores entrantes sentirán que le deben todo a la señora en vez de su ogro antecesor que los bloqueó y marginó. Por eso el interés de Paredes por intervenir en los procesos de este año.


El primer caso ya se dio: César Duarte se impuso (de la mano de Paredes) al delfín del gobernador de Chihuahua. Sería un error (como dice Arturo Rueda) pensar que lo sucedido en Chihuahua será un paradigma a nivel nacional, pero sí un antecedente y un mensaje que manda la dirigente nacional a todos los actores, entre ellos Marín, quien definitivamente es un jugador importante en el juego sucesorio, pero no el único.


*Acerca de don Melquiades


El día de ayer, un columnista despistado publicó que Melquiades Morales Flores podría coordinar la eventual campaña de Javier López Zavala, al respecto es preciso señalar dos cosas: primero, ¿cree usted que Melquiades dejaría el Senado para venir a coordinarle la campaña a Zavala?: No. Segundo, con todo respeto para don Melquiades, en el hipotético caso que lo hiciera, eso no sería garantía de triunfo, ya que si no pudo ganarle él mismo, ¿cree usted que podría ayudarle a “alguien más” a ganarle a Moreno Valle? ¡Por favor!

 



 
 

 

 
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