Poder y Política


Manuel Cuadras

14/08/2009


Política y fútbol


Sin duda alguna, el acontecimiento más importante de esta semana fue la victoria de México ante EU el pasado miércoles. Todo el país brincó de euforia y por un momento nadie se acordó de la crisis, la inseguridad, o el desempleo.


Así es el futbol, un hermoso juego que puede llenar de alegría, pasión y orgullo a todo un pueblo. Dibuja sonrisas, alivia tensiones, genera convivencia. Ya lo dijo en alguna ocasión el escritor Juan Villoro: “Dios es redondo”, en plena alusión al futbol (y cuánta razón tenía), sin embargo, como reza aquel otro dicho “Dios también se equivoca”, y es que el futbol, así como produce empatías y afinidades, también produce odios y rivalidades como la que a continuación le presento.


*La revancha de Las Malvinas


Se conoce como Islas Malvinas a un archipiélago que aglomera a más de 200 islas, ubicadas a escasos 480 kilómetros de la Patagonia (Agentina), entre las cuales destacan: la Isla Gran Malvina e Isla Soledad. Dicho territorio fue invadido en 1833 por el imperio británico, pese al malestar y la impotencia del pueblo argentino que lo considera parte irrefutable de su territorio.


En 1982, el gobierno de Argentina ordenó una invasión militar con el propósito de recuperar su legítimo territorio, sin embargo, el gobierno extremista de Margaret Thatcher, apodada a partir de entonces como “La dama de hierro”, respondió la acción argentina con una movilización superior en hombres y armamento.


Dos meses después, Argentina dimitió en su intento y el 14 de junio, en voz de su presidente Leopoldo Galtieri, declaró su rendición, dejando el archipiélago nuevamente en manos británicas, lo que es considerado como una de las mayores injusticias e incongruencias del orden mundial contemporáneo.

 

Con este antecedente, apareció la magia del futbol, quien en complicidad con el destino, hicieron que las selecciones de Argentina e Inglaterra se enfrentaran en la fase de semifinal de la Copa del Mundo de México 1986.


El escenario no podía ser mejor: Inglaterra representando la vieja guardia y rigurosidad europea, y Argentina (con su mejor cuadro de toda la historia) representando un deseo de libertad y de justicia ante aquel recuerdo fresco de Las Islas Malvinas.


Luego de un primer tiempo cerrado lleno de choques y entradas violentas, los dos equipos salieron a la parte complementaria para definir al vencedor del encuentro. Tan sólo 6 minutos habían transcurrido, cuando el astro argentino Diego Armando Maradona agarró el balón desde el medio campo, burlando a todo el equipo inglés, para finalmente incrustar el balón en la red, en lo que fue considerado el mejor gol de la historia de los mundiales.


114 mil almas gritaron en el estadio Azteca por esa genialidad del dios Diego Armando, “El Diego”, no solamente por la exquisitez de la jugada, sino por la afrenta realizada a los ingleses. Pero si el primer gol fue humillante, el que vendría sería aún mejor. Después de una serie de rebotes en los linderos del área, un delantero argentino lanza un centro descompuesto para que —nuevamente— Maradona llegara a rematar “de cabeza”. El balón se fue a las redes, todo México gritaba, Argentina lloraba de felicidad, y los británicos reclamaban. ¿Qué reclamaban? Que Maradona había rematado con la mano, lo cual era totalmente cierto. Sergio Levinsky (periodista argentino) describe esa acción de maravilla: “En el caso del Mundial de México 1986, a cuatro años de la Guerra de Malvinas, un triunfo de Argentina sobre Inglaterra fue festejado de manera especial porque la gente sentía que de alguna manera se había vengado y había hecho doler, aunque sea por algunos días, al pueblo enemigo, pero además, el gol hecho por Diego Maradona con la mano, es decir, de manera no válida, significaba algo así como robar al ladrón, lo que fue doblemente festejado por la sensación de cierta reparación de la injusticia…”

 

¿Lo ve? Por esa y tantas otras razones, el futbol es simplemente hermoso…

 



 
 

 

 
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