Política y Poder


Manuel Cuadras

 

LA GUERRA DE LOS PASTELES EN EL AYUNTAMIENTO

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La respuesta del Síndicato a la administración de Blanca Alcalá
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¿Sabía usted que en 1838 México y Francia se declararon la guerra mutuamente? ¿Recuerda el motivo? Unos pasteles. Sí, así como lo lee, dos naciones iniciaron una guerra por unos pasteles; aunque evidentemente hubieron otras razones de fondo que detonaron los ataques, lo cierto es que un pastelero de origen francés fue la causa final del enfrentamiento.

 

Resulta que unos oficiales del Presidente Santa Ana, irrumpieron en la pastelería del Sr. Remontiel, y comieron unos pasteles que al final se negaron a pagar. El pastelero solicitó el apoyo del embajador de Francia en México (el varón Deffaudis), el cual exigió el pago inmediato de SESENTA MIL PESOS, so pena de mover tropas francesas a México apuntando a las playas de Veracruz.

 

Lo de más todos lo conocemos, México se negó a pagar tal cantidad (ojo con esto) primero porque NO TENÍA TAL CANTIDAD, y segundo PORQUE SE LE HACÍA UNA LOCURA LA CANTIDAD EXIGIDA, por lo que, tras un rechazo de Francia de firmar un tratado definitivo que sentara las bases de las nuevas relaciones entre ambos países, el 16 de Abril de 1838 Francia instalaba sus tropas frente a San Juan de Ulúa

 

Bueno, pues resulta que –guardando todas las proporciones- algo similar ocurre en el Ayuntamiento de Puebla. Y es que, por un absurdo (como lo de los pasteles), se ha desatado una auténtica batalla entre las autoridades municipales y el sindicato del Ayuntamiento. Evidentemente hay más cosas de fondo (como en el caso de los pasteles) que deterioraron las relaciones entre ambos, sin embargo, la gota que derramó el vaso fue la negativa por parte del Tribunal de Arbitraje del Ayuntamiento, de aceptar el emplazamiento a huelga presentado por el Sindicato de trabajadores.

 

¿Por qué digo que fue un absurdo? Veamos:

 

De acuerdo a la Ley de Trabajadores al Servicio del H. Ayuntamiento de Puebla, cada 3 años se deberá realizar una revisión contractual, es decir una revisión GENERAL al Contrato Colectivo de Trabajo (que para el caso del Ayuntamiento se le llama: CONDICIONES GENERALES DE TRABAJO).

 

Dicha revisión se realiza durante los primeros meses del inicio de cada administración (por lo general a finales de Mayo) y previo a ello, tanto autoridades sindicales como municipales, cabildean para llegar a la revisión contractual con los temas polémicos ya “planchados” (aumento salarial por ejemplo). Sin embargo, en esta ocasión no hubo acercamiento (mucho menos entendimiento) para “planchar” los temas espinosos antes de que iniciara formalmente la revisión (que es cuando se dan los madrazos de a de veras).
Aquí lo que ocurrió (al igual que el pastelero francés que sintió ofendido porque no le quisieron pagar sus pasteles) es que los trabajadores sindicalizados se sintieron ofendidos porque no les daban insumos para trabajar (gasolina, papelería, etc.), aún cuando –a decir de ellos- sí había en existencia. Posteriormente (al igual que el embajador francés que exigió un pago desmedido), el Sindicato presentó un emplazamiento a huelga y exigió un incremento salarial de dos dígitos, a lo cual el Ayuntamiento, en lugar de proponer un tratado que sentara las bases de las nuevas relaciones, desechó el emplazamiento presentado, argumentando “inconsistencias jurídicas”, tales como: no llevar foliadas las hojas del emplazamiento y mencionar “Contrato Colectivo de Trabajo” en vez de “Condiciones Generales de Trabajo”.

 

Como podemos ver, en ninguna de las dos partes existió voluntad ni oficio político para evitar tensar las relaciones; ¿Que si fue desmedido emplazar a huelga por no tener insumos para trabajar? Claro que lo fue. ¿Que si fue un absurdo desechar el emplazamiento por argumentos legaloides? Claro que lo fue. ¿Que si fue un error de ambos bandos iniciar descalificaciones por medio de volantes? Por su puesto. ¿y que si ha faltado capacidad de negociación para terminar el problema? A todos nos queda claro que sí. ¿Entonces, en qué terminará todo esto?

 

En alguien debe caber la prudencia política y veo muy difícil que sea por parte del Sindicato, toda vez que los trabajadores históricamente tienen ganado el papel de víctima en cualquier negociación (y con cierta razón: son los que más se esfuerzan y los que menos perciben), luego entonces el Ayuntamiento tiene dos caminos: o ser inteligente y negociar un incremento justo para aminorar el descontento de los trabajadores (ni si quiera de su líder) o bien, “sentarse en su macho” como hasta el momento lo han hecho y tomar una postura de: “hasta donde tope y a como nos toque”, con los efectos que esto puede producir: manifestaciones afuera del palacio municipal, paros laborales y en general que la Ciudad esté de cabeza por esta crisis.

 

El aumento propuesto del 4% no resuelve el problema porque es insuficiente y desproporcional. Cierto, el Ayuntamiento tiene la rezón al decir que es el promedio de incremento a nivel nacional y que es de acuerdo al incremento inflacional, pero los trabajadores tienen razón al decir que se debe hacer un incremento proporcional de acuerdo a los salarios de cada trabajador y no un 4% de manera general, es decir, aplicar un incremento del 4% para alguien que gana $15,000 es algo considerable, sin embargo, aplicar un incremento de 4% para una naranjita que gana $3,500 mensuales es una mentada de madre.

 

Cierto es también que el incremento propuesto por el Sindicato es excesivo (como los SESENTA MIL PESOS que exigía como pago el pastelero) y que fue un error de técnica jurídica el presentar el emplazamiento como lo presentó, sin embargo, ¿qué ganó el Ayuntamiento al rechazar el emplazamiento por un asunto de puntos y comas? ¿evidenciar la ignorancia del sindicato? ¿dejarlos en mal por no saber presentar un emplazamiento? ¿no hubiera sido mejor utilizar esa arma en corto para negociar con ellos? ¿o qué ganó para efectos de conciliación política el hecho de evidenciarlos públicamente? Nada, únicamente tensar más la cuerda y complicar más las negociaciones, porque el Sindicato presentará nuevamente el emplazamiento (ya sin errores) solo que ahora serán más duros en la negociación. ¿Se puede imaginar cómo se va a dar la famosa revisión contractual que le mencionaba al inicio y que por ley se tiene que hacer? ¿Cómo cree usted que vaya a ser el diálogo en esa mesa de trabajo después de los insultos, descalificaciones, guerra de volantes y demás puntapiés que se han brindado en estos días? ¿No hubiera sido más fácil llegar a esa negociación con los temas ya planchados?

 

El tema es de oficio político y no de conocimientos jurídicos. Negociar es la palabra clave, y negociar significa ceder algo para ganar algo, cosa que sabe muy bien la Presidenta, mas no así su equipo de trabajo que nuevamente ha puesto en un punto crítico a la administración municipal.

 

Tal parece que tendrá que ser NUEVAMENTE la Presidenta Municipal la que acabe con esta serie de desencuentros que sus funcionarios generaron y que han llevado a su gobierno a medir fuerzas INNECESARIAMENTE, iniciando una verdadera guerra por unos simples pasteles…




 
 

 

 
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