Poder y Política


Manuel Cuadras

25/06/2009


El caso Doger


El pasado fin de semana fue de intensa actividad política para uno de los hombres que aspiran a llegar al gobierno del estado. Primero con una celebración familiar que derivó en una convocatoria política, y luego, asistiendo como invitado a la celebración nacional de Antorcha Campesina en el estadio azteca. Con esto, Doger manda nuevamente una señal de sobrevivencia en su proyecto político rumbo a Casa Puebla. Pero, ¿cuáles son las posibilidades reales que tiene para convertirse en el sucesor de Marín? Veamos.


Para nadie es un secreto la fría relación que existe entre el ex presidente municipal y el grupo en el poder, concretamente con su titular Mario Marín. El distanciamiento data desde la pre campaña de 2004 en que ambos cortejaban a la misma novia: la candidatura al gobierno del estado. Doger rector, era propuesto por el entonces gobernador (Melquíades Morales) y un grupo de priistas para ser el candidato del PRI a la presidencia municipal. Dicha idea no le desagradaba al académico, sin embargo Doger “tanteó” la posibilidad de apostar su capital político en busca de la silla más grande, lo cual desató la ira y los celos de Marín.


Así las cosas, el sexenio inició con la cuerda muy tensa entre el gobernador y el presidente de la capital poblana. Las cosas estaban muy claras: Marín veía con recelos a Doger porque sabía que le disputó (aunque sea efímeramente) la candidatura. Sabía también que Doger no había renunciado a su proyecto, simplemente lo había aplazado. Luego entonces, una vez que Doger dejara la presidencia municipal, buscaría hacer lo mismo que hizo Marín cuando dejó el Ayuntamiento, es decir, tres años de intensa campaña, por lo tanto, el Marín conocedor de la fórmula para llegar a Casa Puebla debía de cambiarle el algoritmo al incómodo ex rector para complicarle el camino.


Y así fue: si algo ha hecho Marín en este año y medio de (pre) campaña dogerista es complicarle las cosas, sólo que de manera muy inteligente y de un modo que nadie se lo esperaba, mire: el primer movimiento agudo que hizo Marín fue romper la amistad entre Doger y Agüera, derrumbando con ello un pilar importante del proyecto dogerista. ¿Qué hubiera pasado si Doger y Agüera no hubieran roto? Agüera hubiese operado la campaña de su amigo y tocayo desde la UAP (con toda la promoción, estructura y recursos que ello implica). Importante bastión para Doger ¿no cree? Marín percibió de inmediato esta estrategia y la desarticuló. ¿Cómo? fácil: Marín, (viejo lobo de mar) conocedor la debilidad humana ante las seducciones del poder, le ofreció la gloria al nuevo rector a cambio de traicionar a su amigo. El final todos lo conocemos; segundo: todos pensaban que al término de su administración, Doger sería presa de una cacería de brujas por parte de Marín vía Orfis y vía medios de comunicación, la primera de ellas para imposibilitarlo legalmente y la segunda para debilitarlo políticamente. ¿Qué fue lo que hizo Marín? Permitir que Doger siguiera en el juego y a la vez lincharlo mediáticamente, ¿no es acaso una especie de “pan y palo”?


Tercero: muchos apostaban a que Marín ordenaría una política de puertas cerradas para Doger dentro del PRI. Si bien es cierto que Alejandro Armenta no ha sido un dirigente imparcial con todos los aspirantes, también es cierto que Doger ha sido incluido como titular en el equipo priista, y eso ya es ventaja. Marín sabía que si le cerraba las puertas del PRI (local) Doger podría victimizarse y acudir a las instancias nacionales para denunciar una cargada en su contra. ¿Qué fue lo que hizo?, incluyó a Doger, le dio juego y al hacerlo le puso una papa caliente en las manos. El hecho de nombrar a Doger como “delegado estratégico para la promoción del voto en el municipio” fue una carambola magistral por parte de Marín. Por un lado, si Doger aceptaba la encomienda y perdían los candidatos (cosa que es muy probable) Marín soltaría a sus cachorros (columnistas) para decir que “Doger es mal operador, Doger no sabe operar”. Por otro lado, si Doger percibía esa estrategia y declinaba la invitación Marín tendría el argumento perfecto para decir: “Ya ven, yo no lo excluyo, no hay cargada en contra de él, él solo se excluye…” En cualquiera de los dos escenarios el ejecutivo sacaba ventaja. ¿Se da cuenta de la estrategia de Marín? ¿Para qué ser un feroz verdugo si se puede ser un sagaz francotirador?


Doger por su parte ha sabido ser cauto en el juego de la sucesión. Desde un inicio reconoció sus circunstancias y supo adaptarse a ellas. Entendió que su papel no es el mismo que el de Marín hace seis años por una simple y sencilla razón: Marín nunca dejó de encabezar las encuestas, Doger por el contrario está en el grupo puntero (que es muy distinto). Por ese motivo, su estrategia se ha basado en tejer redes y construir alianzas; redes de amigos y aliados cultivados en sus años como rector y como edil, y alianzas con aquellos grupos resentidos y olvidados por el marinismo. Sus últimos eventos han sido una muestra de ello. ¿Cómo explicar su relación con Moreno Valle? ¿Cómo entender su alianza con el melquiadismo? ¿A qué se le atribuye su poder de convocatoria? Por supuesto que no es por su linda sonrisa, sino porque ha sabido proyectarse como la opción más rentable para evitar el continuismo, o para decirlo en términos de Fox: “Para sacar al marinismo de Casa Puebla”.


Cierto es que Doger no es el favorito del gobernador —lo cual, de entrada lo ubica en una posición de desventaja—, cierto es que no es el número uno en las encuestas. Pero de eso a que esté descartado hay mucha diferencia, si no, pregúntenle a los antorchos. ¿Usted cree que el cachondeo en el Azteca fue de gratis? ¿Por qué no invitaron al delfín, o Blanquita o a Agüera? En fin, ¿podrá ganarle Doger esta partida a Marín? Veremos…

 



 
 

 

 
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