La Presunta Izquierda


Rubén Moreno Medina


Reforma energética y polarización social


El 18 de marzo pasado, se cumplieron 70 años de la expropiación petrolera en México, el General Lázaro Cárdenas del Río anunció a los mexicanos la decisión de su gobierno de que la industria petrolera sería parte de nuestra soberanía nacional. Un acto nacionalista en momentos difíciles y de mucha presión por parte de las empresas transnacionales que hasta el último momento se resistieron a dejar de explotar el crudo mexicano.

 

Fue una etapa crucial de nuestra historia en un momento determinado del país, un proceso político del régimen de Cárdenas en situaciones nada favorables, una medida que convulsiono a todas las fuerzas políticas, y un recuentro con la nación para recuperar el manejo del petróleo. Sin duda alguna una postura consecuente de Lázaro Cárdenas para impulsar el desarrollo de México.

 

La expropiación es un referente no sólo histórico de los mexicanos, forma parte de la  historia de nuestro país, es un patrimonio social en donde se ha fincado nuestra nación.

 

El debate hoy, no es un problema sólo de reformas constitucionales y modificación de leyes secundarias, es un asunto fundamental e histórico que tiene que abordarse como tal, y con todos los ciudadanos. Efectivamente la expropiación cumplió su papel de regresar al país la administración de sus hidrocarburos, después esta empresa paraestatal ha venido siendo la columna vertebral en nuestras políticas y ahora requiere de mejor salud para seguir funcionando como una empresa de todos, sin ninguna necesidad de privatizar su funcionamiento.

 

El actual régimen de Felipe Calderón Hinojosa y la derecha han perdido el rumbo del país, en el peor momento de crispación política buscan hacer reformas sobre la industria petrolera y entre bandazos de sus funcionarios, de su partido, de sus legisladores solo han generado un clima de incertidumbre total.

 

Hasta ayer sólo ellos conocían la radiografía o el diagnóstico del sector energético del país, ahora lo están socializando con los partidos y demás sectores sociales, sobretodo para convencerlos de sus “bondades” desde su perspectiva económica de abrir PEMEX al sector privado.

 

Buscan desde amabas Cámaras las reformas necesarias para modificar el funcionamiento actual de la paraestatal, ellos lo han reconocido, hasta el momento no tienen una mayoría legislativa que les permita impulsar su reforma. Tampoco han logrado presentarla y sus estrategias han fracasado, creando más confusión y una polarización de fuerzas innecesaria.

 

El famoso diagnóstico sólo presenta un balance trágico de la industria petrolera y propuestas de solución de corto plazo. Jamás hacen un análisis de lo particular a lo general, sobre la crisis que se presenta en PEMEX, menos de los daños en su patrimonio hechos por el sindicato petrolero y los gobiernos de ayer.
La aprobación del presupuesto de ingresos y egresos, las reforma hacendaría, electoral y judicial son importantes y tienen su propia dimensión, de igual forma los asuntos relacionados con la seguridad y el combate al narcotráfico, pero ninguno se compara con lo que representa social y políticamente la presunta reforma energética.

 

Como podrá entender la sociedad en estos momentos una decisión de tal magnitud, cuando el régimen de Calderón Hinojosa no da visos de conducir mejor al país.

 

Quieren seguir sosteniendo el desarrollo económico del país y su proyecto de gobierno con los impuestos que  genera la riqueza petrolera, bajo nuevos esquemas con inversión extranjera, idénticos a los modelos de las transnacionales que explotan en diversas partes del mundo el sector energético.

 

Su propuesta de reforma, no es un invento, tampoco una aventura y menos aún una generosa iniciativa que vaya a beneficiar a la nación. Simplemente responde a su concepción que tienen de la economía y les apresura abrir los mercados en México; bajo las condiciones de una economía neoliberal, piensan atraer buen capital extranjero, porque no tienen un proyecto de nación, diferente al que han impulsado los otros gobiernos.

 

Quieren justificar a toda costa que PEMEX  necesita reformas, están gastando millones de pesos en publicidad y en el cabildeo con muchos sectores institucionales y sociales, estamos viendo sus torpes spots sobre el tesoro que se esconde debajo del mar y el trabajo partidario que trata de realizar el dirigente nacional del PAN.

 

Tratando de quitarle peso y desgaste al gobierno de Calderón Hinojosa, pero su ruta crítica les ha fallado: En el Congreso de la Unión, todavía no tienen una mayoría que les garantice el triunfo, la secretaria de Energía y el director de PEMEX son vapuleados por los diputados del PRI y así sucederá con la fracción del PRD.

 

La gente desconoce y no tiene una información correcta de lo que se quiere hacer de un lado y del otro, acerca de lo que hoy representa nuestro sector energético. Es necesario un debate entre todos, la sociedad merece opinar sobre lo que ha sido y es la  principal empresa del Estado.

 

Las posturas de fuerza e irreductibles del régimen y sus torpezas políticas, pueden conducir al país a una polarizarlo social, puesto que los dos extremos no se juntaran, irán a un inevitable choque de trenes.

 

El régimen actual no desea perder, calculan que una derrota política en estos momentos los dañará y también afectara a su partido, no están dispuestos a quemar sus naves, por eso prefieren el enfrentamiento. Por tal razón poco les importa el descrédito nacional de Camilo Muriño, uno de sus funcionarios favoritos que tráfico influencias para hacerse de contratos con PEMEX.

 

Han apresurado una confrontación con la historia del país y no se dieron cuenta, porque la derecha simplemente no tiene memoria histórica.

 

Siguen pensando que la colaboración del PRI con ellos es de gratis y toda la vida, se equivocan, dicho partido jamás dará algo sin recibir nada a cambio, así funcionan en estos tiempos de pragmatismo electoral y por el poder. En este año hay varias gubernaturas en disputa.

 

Estoy convencido de las razones de la actual diputada federal Ruth Zavaleta, cuando le pide al Ejecutivo Federal que en estos momentos no envié al Congreso de la Unión su reforma sobre el tema energético.

 

Sostiene que la crispación política esta alcanzando niveles de preocupación, y la polarización de fuerzas políticas dañará no solamente a las propias instituciones, también al tejido social del país.

 

Finalmente, creo como muchos que PEMEX debe seguir siendo de los mexicanos, sin fanatismos y posturas enfermas, además de que nuestra industria no debe privatizarse. Sin embargo esta empresa tan necesaria y que produce una gran cantidad de recursos económicos para el desarrollo nacional, debe  refundarce, cambiar, terminar con la corrupción sindical, invertir en formar recursos humanos e investigación científica en las universidades públicas, además de elaborar un proyecto de largo plazo para la industria petrolera de México.




 
 

 

 
Todos los Columnistas