La Presunta Izquierda


Rubén Moreno Medina


PRD: 19 años de vida, entre claroscuros y crisis política


El Partido de la Revolución Democrática, es una formación política joven, pero su historia tiene que ver con los procesos de unidad de los partidos de izquierda en México. Su referente de ayer fue el ex PCM -Partido Comunista Mexicano-, poco después el PSUM -Partido Socialista Unificado de México- y finalmente el PMS - Partido Mexicano Socialista-, quien entrego su registro nacional para fundar el PRD.

 

Con la salida de la Corriente Democrática del PRI e imaginar que dicho partido entraría a su etapa final, que además sufriría una gran escisión interna y con la idea de que finalmente se derrotaría al partido de Estado. La izquierda de esos años, encabezada por Gilberto Rincón Gallardo, impulsa la construcción del FDN -Frente Democrático Nacional- compuesto por el PMS, PFCRN, PPS y PARM, con el objetivo de presentar como candidato a la Presidencia de la República en 1988, al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano.

 

Está fue sin duda una de las candidaturas más simbólicas e importantes, no solo para la izquierda electoral, también para el país. Levanto grandes esperanzas entre los sectores rurales y empobrecidos del país, así también en sectores medios de la sociedad, agobiados por la situación económica y con deseos de cambios.

 

Sin embargo los resultados fueron trágicos, el sistema se cayo, Salinas de Gortari llego al poder y el PRI nunca sucumbió. Surgió el movimiento Cardenista en contra del fraude electoral, existieron coincidencias con el PAN, llego hasta donde lo permitieron las condiciones y abruptamente Cárdenas Solórzano opto por contenerlo, las señales le indicaron que habría confrontación con el gobierno y decidió no enfrentarla.

 

Después de las largas batallas que dio la izquierda y cuando la coyuntura se presento, simplemente la utopía se desdibujo, Cuauhtémoc Cárdenas no pudo arribar al poder en el país. Fallaron muchas cosas y las lecturas sobre el 88 fueron equivocadas por parte de las fuerzas democráticas y de izquierda.

 

La siguiente etapa para evitar la dispersión de fuerzas y darle organicidad al movimiento cardenista, tuvo que ver con la disolución del PMS, y fundar el 5 de mayo de 1989 al  Partido de la Revolución Democrática.

 

Con la ilusión cardenista toda la izquierda camino al lado del ingeniero, las vertientes ideológicas de ayer pronto se acomodaron en el nuevo partido, aparecieron nuevas corrientes y grupos a su interior, muchos pensaron que se estaba construyendo el gran partido de la izquierda mexicana.

 

El proceso automático para conformar al PRD, también tuvo sus consecuencias, se desdibujo la identidad del pensamiento de izquierda, generó confusión y se reagruparon muchos grupos, pronto empezó a crecer el liderazgo y peso moral en la conducción del partido de Cuauhtémoc Cárdenas.

 

Su presencia tuvo fortalezas y debilidades, así se edifico el sol azteca, el culto a su personalidad fue total y disciplinado, nada pasaba en la vida partidaria sin tomar en cuenta la opinión y decisión del ingeniero. Pero del mismo modo las corrientes recrearon su propio juego, crecieron y empezaron a ocupar espacios de poder.

 

Una etapa que significo el control partidario y ser candidato a la Presidencia de la República en varias ocasiones. Todos le profesaron su fe y nadie cuestiono la construcción de un aparato partidario con métodos del viejo PRI.

 

En dicho proceso, hubo costos políticos, los más graves fueron los muertos y encarcelados durante el régimen de Salinas de Gortari, a diferencia de otros agrupamientos partidarios, la vida del PRD ha sido compleja y difícil.

 

Cabe hacer aquí un breve paréntesis, en Puebla, el PRD se fundo un 20 de noviembre y aquellos que se dicen los fundadores, nada tienen que ver. Si viviera el ingeniero Luís Rivera Terrazas, a muchos pondría en su lugar, por demagogos.

 

Llego al 2000, después de tantas batallas emprendidas, de luchar, de empujar fuerte por la democratización del país, por cambiarlo y de buenas a primeras el PAN con un candidato inventado y farsante, se recarga en el pesado muro y llega al poder.

 

Así se sucedieron los liderazgos: Amalia García, Pablo Gómez, Leonel Godoy, Rosario Robles, Andrés Manuel López Obrador y Leonel Cota, la mayoría enmarcados en situaciones de crisis por la disputa de la dirigencia nacional, sólo con cierta estabilidad y crecimiento electoral durante el gobierno de López Obrador.

 

El PRD nunca comprendió y reflexiono sobre sus primeras crisis internas que empezaba a vivir, todas sus tribus, grupos y corrientes dejaron pasar tiempos y coyunturas fundamentales, el caudillismo nuevamente apareció y el peso de las corrientes fue más  importante que la institucionalidad del partido.

 

Pasaron de su lucha en contra del partido de Estado, al cuestionamiento sin estrategia alguna para  derrotar a la derecha y al PAN.

 

Se vuelve a ganar el Distrito Federal, se conquistan gobiernos locales, López Obrador se impone sobre el desafuero, llega el 2006, se convierte en el candidato, ocupa el espacio vació de Cárdenas, se cometen errores en la estrategia electoral y por medio punto Felipe Calderón es impuesto como ganador en una de las elecciones presidenciales más disputadas en México.

 

Ante la crisis, López Obrador construye su propio movimiento social por fuera del  PRD, genera un brazo parlamentario como el FAP, lo mantiene organizado, pasa de la denuncia sobre el “ilegítimo” a la protesta en contra de los asuntos torales de la nación. Moviliza, concentra, mueve, hace giras y se convierte en el referente político de muchos sectores de la izquierda, que lo hacen líder y caudillo a la vez.

 

Los que ayer fueron disciplinados y cardenistas hasta morir, ahora lo critican y son los nuevos soldados de AMLO, que nadie atente en contra de él, serán ajusticiados.

 

En el peor momento se presenta la lucha por la dirigencias nacional y estatal del Partido de la Revolución Democrática. Explota una crisis que se había dilatado, se enfrentan dos bloques partidistas con posturas totalmente divergentes.

 

Los órganos electorales revientan, la influencia de López Obrador es notoria, se realizan las elecciones y sus resultados se convierten en el peor enemigo de los propios perredistas.

 

Una guerra sin cuartel se desata entre “chuchos y encinistas”, todos se acusan, ante la opinión pública quedan deshechos y los medios de comunicación se encargan de difundir las penurias y divisiones de la izquierda.

 

La misma historia, las mismas crisis con otros actores, los enfrentamientos conocidos, las divisiones de corrientes, las posturas encontradas, los intereses de cada grupo y un partido que se debate entre la marginación y su refundación.

 

Como nunca antes en su historia el PRD ha tocado fondo, en donde las ideas se han suplido por un nuevo lenguaje que descalifica, violenta y ha llegado a su límite. A costa de todo unos buscan a como de lugar expulsar a los que no profesan fe en AMLO y  tener un partido solo como instrumento.

 

El tiempo alcanzo a dicho partido de izquierda, es un instituto partidario joven pero muestra demasiado cansancio interno por sus disputas interminables, tienen que iniciar una refundación de fondo, para convertir a la izquierda partidaria en un verdadero proyecto moderno y pensante que solucione las demandas de la sociedad, ante una crisis económica y política que no solamente es la reforma energética. Sin izquierda en el país, la construcción de la democracia nunca será posible, es necesaria a pesar de la crisis que vive.

 



 
 

 

 
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