Perro no come perro


Luca Brazzi


Los Mitos del Chayo


Antes que nada les mando a todos y a todas una buena lengüeteada por toda la cara en agradecimiento porque me han mandado muchos correos de felicitaciones navideñas y ora de fin de año. Estamos de regreso. Terminaron las fiestas con motivo del nacimiento de Cristo y el fin de año. Regresa “Perro no roba perro”, perdón, “Perro no come perro” y por supuesto deseamos que todos tengan un excelente año.


Ya comenzaron a llegar las roscas de Reyes a la casita que tengo en un traspatio aquí en El Alto y en un puestecito en la Fayuca que me conseguí gracias a que un funcionario del ayuntamiento —quien pide la gracia del anonimato porque es bien modesto— me hizo favor de regalarme, gracias, mi lic. Aquí hay harta piratería de la buena y vendemos películas pornos, por cierto si pueden hagan un apartado. Tenemos “Perritas 69” por si quieren, sale una samoyedo haciendo unas posiciones que, ay nanita, hasta me dan calambres.


El tema del que nos vamos a ocupar hoy es sobre la honestidá entre los colegas y amigos de los medios de comunicación. Por cierto, le mando un abrazo y una mordida en la pantorrilla izquierda a mi querido Mauro González, quien es todo un profesional en esto de tundirle a las teclas: “Mi Mauro, guau, guau, y ya sabes, nos vemos en el Sanborns para escribir de la columna y esas cosas ¿eh?”.


Bueno, les decía que ahora voy a hablar de la honestidá periodística. No se vale que se acuse sin sustento a cualquier funcionario o político, verdá. Recuerdo que hace muchos años se hacía uno a base de exclusivas, exclusivas y más exclusivas. No había de otra que comprobar y demostrar que se había optado por el camino seguro. ¿Cuál otro? El del dato duro, la documentación y el cruce de información, ansina es que los que nos dedicamos a este bonito oficio analizamos y cotejamos todo lo que se nos dice.


No se vale burlarse de un funcionario o político así nomás porque sí. O ponerle un apodo, ¿verdá? Aunque de cariño uno puede llamar a un funcionario con  su diminutivo como le decimos al licenciado Valentín Meneses: “el Vale” y ya para algunos cuates más perrunos, pues le dicen “Mi Vale”. Y en las columnas se lee bien decir Mayito a Mario Montero, por ejemplo. O Tocayo a Rómulo Arredondo, por cierto, mi licenciado —antes de que se me olvide— ya me bebí la de Torres 20 años. Estuvo buena. A ver si me manda otra porque ésta estuvo resuave, tanto que acabé en la perrera municipal sacando a varias perritas de ahí, les quería decir que dejaran ese oficio, pero, joy, joy, joy, son renecias las condenadotas, chiquitas lindas.


Bueno, les decía que es bien importante la ética y la honestidá. Y miren ese asunto de los chayos y esas cosas no se deben tomar a mal porque son como una propina. ¿A los meseros se les da una propina? Sí, claro: el 10 por ciento. ¿A los secretarios de Obras Públicas se les da una propina por la obra asignada de manera directa? Sí, claro: el 20 por ciento. Entonces, por qué a los periodistas se ve mal que nos den un “apoyo”, una ayuda, una propina por el servicio. Es por nuestro bien. Además, uno es agradecido y eso se lee.


Tercero, sí es cierto que es bueno ser agradecido y eso habla bien de un periodista. Un viejo periodista decía: “Me ayudas... te ayudo”. “No me ayudas, pos no te ayudo”.  Y parte de la ética y de los buenos modales del periodista es ser agradecido. Sobre todo cuando se nota que la ayuda que dan nuestros amigos de las dependencias es desinteresada.


La otra vez estaba desayunando con un conocido jefe de prensa que me llevó a ver unas perritas una noche antes. Y ya cuando nos comíamos unos huesos en un caldazo bien picante con unas cervezas bien  frías para curarnos la borrachera me dio un dinero. Algo sencillo, algo así como 200 mil pesos. Bueno, me dijo que era la comisión por haber conseguido la obra pública aquella.


Yo, la verdá, mis queridos lectores, al principio me puse nervioso. Veía de uno a otro lado, “no vaya a ser la de malas”, pensé. El conocido jefe de prensa me vio lo nervioso que estaba, me tocó la patita izquierda que me temblaba —ven que soy Chihuahua— y me dijo muy sutil: “tranquilo, este dinero te lo manda tu amigo. Y es desinteresado, sin compromisos. Es un apoyo de amigos. No quiere nada a cambio, es para que lleves a tu perrita a comer unos huesos de carnaza o le compres unas croquetas Chow-Chow”.


Ese comentario me tranquilizó porque me quedó claro que el dinero que me mandaba el licenciado era de forma desinteresada y de buena gana.


Así que no está mal recibir un dinerito así, pues es una beca, un apoyo. Ya ven que es retemal pagado esto del periodismo. Entonces, bueno, un apoyo y una botellita de Bacardí es más que suficiente.


Cuarta regla es la solidaridá. Nosotros los periodistas semos como los taxistas si a uno le pasa algo, todos hay que apoyarnos. No se vale que los funcionarios o sus guaruras luego nos peguen o nos empujen. Nada, nada. Mis amigos los fotógrafos saben muy bien que nos declaramos en huelga de cámaras y no sacamos fotos. A ver, quiero ver, quién es el guapo que admite esta presión.


Nada que gajes del oficio.


No, no, pos sino estamos en guerra. Aquí todos semos amigos y si un funcionario no entiende que esto es por las buenas, pues “mañana me leen”.


Claro que si son los guaruras de Roberto Marín o de mi amigo el licenciado Mario, bueno pues entiendan que primero nos manifestaremos ahí para que no se note que somos cuates y luego, pues ya en la plática pues si nos ofrecen unos huesos, pues los agarramos.


Total hay que estirar la cuerda, pero nunca romperla.


Recuerden además que la mejor nota es la que no sale publicada y ese siempre deberá ser nuestro lema.

 

Del robaperritos

 

Me preguntaron la vez pasada que por qué no me robó el tal robaperritos, la vez que fuimos al Xanadú y luego al Club de Ejecutivos, bueno eso yo también le pregunté a mi amigo, y mi amigo, a quien le mando un fuerte abrazo, me dijo: “perro no roba perro”. Y con esas palabras, la verdá, me hizo hasta llorar. 

 

Enhorabuena


Con beneplácito recibí la misiva fechada por mi amigo el magistrado don Guille, quien da cuenta a través de esta carta de su estado de salud el cual es cada día mejor. Esto es motivo de beneplácito para aquéllos que gozamos de la amistad del jurista.


Espero que de ahora en adelante mi amigo tome las cosas con más calma y cuide más su salud, ya que de verdad es un hombre muy valioso y sobre todo un excelente padre de familia. A pocos hombres aprecio como don Memo, por lo cual me da mucho gusto saber que se encuentra ya recuperado de salud. Un fuerte abrazo, licenciado Memo, y que Dios te dé más vida.


Y ahora sí...


Nos vemos cuando nos leamos y si antes nos encontramos, pues nos saludamos. 


Y recuerde: noticias y pescado fresco de lunes a sábado en este mesmo espacio.




 
 

 

 
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