Así, visto desde fuera, México representa la tierra prometida que lamentablemente a los mexicanos, de generación en generación, se nos promete y, de campaña en campaña, se nos seguirá prometiendo. Quien sabe a quién le tocará disfrutarla.
Hay que reconocer que si bien hay progreso, éste se da sólo en unos cuantos, porque la brecha se ha recrudecido con pobres cada vez más pobres y con ricos cada vez más ricos, con una clase media en proceso de extinción que quiere salir adelante, pero las condiciones que ofrece su país tradicionalmente la dejan en el camino sin expectativas.
El Secretario de Hacienda Luís Videgaray, hace unos días en la Cumbre Mundial del Fondo Monetario en Lima, aseguró que México registró la inflación mas baja de los últimos 40 años y que la depreciación de nuestra moneda no impactó los precios.
Aseveración que contrasta radicalmente con el día a día a atribuladas familias que ya no pueden comprar lo mismo con el mismo presupuesto porque pese a que la gasolina ya no encarece cada mes, el gas licuado de petróleo sigue encareciéndose mes con mes, y los básicos no detienen su carrera alcista, las leches, el frijol, la carne, cereales, frutas, verduras y legumbres se mantienen en un juego de sube y baja, pero ya no bajan tanto. Además de los artículos de limpieza y la totalidad de los servicios.
Sólo hay que revisar los archivos, al comenzar el año, el INEGI reportaba que el 2014 lo cerramos con una inflación del 4.08 por ciento, la más alta de los últimos 4 años. Manejo de números que contradicen las aseveraciones del eufórico responsable de las finanzas nacionales, que anticipaba un 2015 más relajado, con mejor poder adquisitivo producto de un mejor marco con el fin al encarecimiento mensual de la gasolina, lo que alentaría a los círculos generadores de empleos fijos y seguros.
Aspiración que lamentablemente no se ha cumplido según los números del Coneval, que habla de que pasamos de 45.5 por ciento de pobres, a un 46.2 por ciento. 2 millones mas de pobres. De 53.3 millones hoy contabilizamos 55.3 millones.
El mismo Coneval detalla que el número de mexicanos con pobreza alimentaría pasó de 27.4 millones de mexicanos a 28 millones.
Números que marcan la necesidad urgente de complementar la política social con la económica, según los expertos.
Es hora de que México abandone el deshonroso segundo lugar que mantiene como país “más desigual” de Latinoamárica.
Podríamos afirmar, finalmente, es hora de que los funcionarios se interesen en su chamba, caminen y hablen con cualquier mortal, no sólo con sus colaboradores pagados para que los encierren en una burbuja que cada vez se aleja más de la sociedad.
