Desestiman operativos


Aseguran vendedores que los decomisos de material apócrifo no hacen ni cosquillas


Francisco Rivas / Agencia Reforma

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Los productores y comercializadores de artículos piratas no sólo venden sin la presión de las autoridades, sino también se burlan de ellas.


Pablo trabaja en uno de los locales del mercado La Cuchilla y afirma que los elementos de la Agencia Federal de Investigación (AFI) no les hacen "ni cosquillas" con sus operativos.


"Han venido dos veces al tianguis y se llevaron mucha mercancía, pero en realidad no es nada, porque tenemos más que eso.


"Creen que nos dan un duro golpe pero no nos hacen ni cosquillas, porque en uno, dos o tres días después nos estamos recuperando", explica mientras acomoda discos para la venta al mayoreo.


En menos de cinco meses la AFI encabezó dos acciones de decomiso de mercancía pirata en ese sitio, tras obtener la orden de un juez federal.


Ahí, desmantelaron 11 laboratorios de reproducción y decomisaron un cargamento que retiraron en cinco camiones Torton llenos de productos.


Para quienes se dedican a esa actividad ilegal, afirman, el material asegurado no es representativo de su capacidad de producción.


Y como ejemplo es que laboran en completa tranquilidad, sin la amenaza de fuerzas policíacas.


Tanto así, dice Pablo, que los agentes policíacos no se atreven a entrar para observar a qué se dedican.
"Nos tienen miedo los policías de de acá de Puebla, y trabajamos muy tranquilos, no hay mayor problema", refiere.


Alrededor de La Cuchilla, en efecto, no se observan más que un par de patrullas de la Policía de Tránsito municipal, quienes resguardan el orden vial, debido a que por ahí cruza el bulevar Norte, que justo en esa altura reporta a diario caos vehicular.


Pero no se ve a ningún elemento de seguridad que revise el área, menos que intente ingresar al tianguis.
Incluso, la seguridad de los locatarios y, por supuesto, de los vendedores de piratería, corre por su propia cuenta.


A través de chiflidos, se comunican para avisar la presencia de "extraños" que pongan en peligro su actividad.


Desde la entrada del tianguis hay personas que vigilan los pasos de los visitantes.


Aunque no reaccionan, salvo que detecten movimientos raros que pueda delatar su labor ilegal.


Cuando sorprenden a alguien sospechoso, bajo riesgo de que se exhiba el movimiento de la producción, distribución y comercialización de material apócrifo, en grupos de tres o cinco hombres, todos corpulentos, acosan a los señalados.


Además, las maniobras de los piratas se llevan a cabo en la parte trasera del inmueble, que complica mirar a simple vista las operaciones de los comerciantes que obtienen ingresos al margen de la ley.


Al frente apenas se ven cuatro puestos con venta de disco, videos y mp3, que al menudeo cuestan cerca de 10 pesos la unidad.


Hasta en los operativos de la AFI, éstos recurren a los gobiernos estatal y municipal para que aporten elementos de seguridad y así resguardarlos ante un posible ataque de los locatarios.


Pero no sólo en La Cuchilla, sino en otros centros de venta, también mercados populares, ofrecen los materiales apócrifos a la vista de autoridades estatales y municipales.


En el Centro Histórico de la ciudad de Puebla hay dos pequeñas plazas en donde la piratería es la forma de ganarse la vida, sin contar que el mercado ilegal se extiende a otros artículos como ropa, calzado y programas de computación.


Resalta el caso del centro comercial Mario Marín Torres, ubicado en la calle 10 Poniente, justo a unos 50 metros de la Academia de Policía.  

 


 
 
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