El Efecto Carla


Maureen Dowd /Nueva York


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Los franceses son diferentes de usted y de mí.


Sí, ellos tienen a Sarkozy.


Y tienen a Carla.


Y tienen “el efecto Carla”, como se le conoce en París.


Si una primera dama estadounidense, o potencial primera dama, se describiera como una “domadora de hombres” y tuviera un pasado de “come-hombres” lleno de fotografías desnuda, Mick Jagger y Eric Clapton, portadas de CD en poses seductoras, desintegración de matrimonios, se jactara de que cree en la poligamia y la poliandria en vez de la monogamia, y tuviera un hijo con un filósofo casado con cuyo padre ella tuvo un romance, se habría necesitado más que una aparición en un programa televisivo para endulzar su imagen.


Es difícil imaginar el nivel de decibeles en los medios noticiosos conservadores si Michelle Obama sacara un CD este verano, como lo está haciendo Carla Bruni-Sarkozy, con canciones que incluyen letras como “Soy una niña/pese a mis 40 años/pese a mis 30 amantes/una niña”; y esta canción, “Ma came”: “Eres mi basura/más mortal que una heroina afgana/más peligrosa que la blanca colombiana. ... /Mi chico, lo enrollo y me lo fumo”.


O si Michelle diera una entrevista, como hizo Carla en un nuevo libro, “La Veritable Histoire de Carla et Nicolas” (La Verdadera Historia de -Carla y Nicolás), que revelara que se enamoró de su esposo por sus muchos cerebros fértiles.
“No esperaba a alguien tan divertido y tan vivaz”, dijo, recordando su cita a ciegas en una cena.


“Me sedujo su apariencia física, su encanto y su inteligencia. El tiene cinco o seis cerebros que son notablemente irrigados.


“No salía con cretinos antes de conocerlo. Ese no es mi estilo. Pero él es realmente rápido”.


Un capítulo del libro se llama “Le Diable s'Habille en Carla” (El Diablo se Viste de Carla). Y la anécdota más repetida es aquella donde Carla se burla disimuladamente de la ministra francesa de Justicia, Rachida Dati, protegida de Sarkozy, mientras pasan al lado de una cama en el Eliseo: “Te habría encantado ocuparla, ¿verdad?”


Pero de algún modo, los franceses —que son “polimorfoseamente perversos”, como Woody Allen admiradamente llamó a Diane Keaton en “Annie Hall”— se han enamorado tanto de su primera dama que está empezando a gustarles más su marido.


En el funeral de Yves Saint Laurent en París, Sarkozy recibió algunos abucheos cuando salió de su auto, mientras que Carla, una ex modelo del diseñador, que se llama a sí misma “nada más que una cantante folklórica”, recibió aplausos y vítores de admiración.


“Precedida por una reputación sulfurosa”, informó Le Journal du Dimanche, “Carla Bruni improbablemente ha tenido éxito en un país tan tradicionalmente vinculado con las convenciones: En menos de seis meses, la tercera esposa de Sarko ha conquistado, después del del presidente, el corazón de los franceses; 68 por ciento de ellos, según nuestro sondeo de JDD, aprecian a su nueva primera dama”.


En un sondeo reciente en Le Figaro, el presidente francés fue respaldado por entre 37 y 41 por ciento de los encuestados respecto de un nivel de apenas 32 por ciento el mes pasado.


“El presidente está mejor”, dijo a un reportero un asesor cercano al voluble Sarko.


“Definitivamente hay serenidad en su vida ahora”, me dijo el escritor francés Olivier Royant.


“Ha dejado de comportarse como un imbécil desde el matrimonio”, coincidió un veterano observador de la política europea. “Y a diferencia de Cecilia, que parecía una persona insípida muy consciente de sí misma que odiaba estar en el Elíseo, Carla está interpretando bien su papel. Está bien dan sa peau, feliz en su propia piel.”


Intuitivamente consciente de los medios, maneja a la prensa francesa y extranjera con un aplomo sensato. Ha dicho que ella mantendrá su personalidad “al mismo tiempo respetando la dignidad de la posición” y tomará su función “seriamente”. Planea escribir un diario, y añadió: “Escribo en francés y sueño en italiano”.


La revista Le Point tuvo una portada con el rostro brillante de Carla y el titular “La Presidente”, con una imagen en interiores de Sarkozy de pie dócilmente detrás de su esposa, mientras ella está sentada en el escritorio de él y ofrece una mirada felina a la cámara.


Al igual que Carla encantó a la Reina de Inglaterra y los Príncipes Carlos y Felipe con su apariencia de escolar francesa recatada, encantó a George y Laura Bush en su visita, invitando a Laura 30 minutos antes para un cara a cara de mujeres y luego sentándose al lado del presidente estadounidense y manteniéndolo entretenido con una conversación animada en inglés, uno de los tres idiomas que domina y el que parece conocer él.


En un encuentro con la prensa al día siguiente, el Presidente Bush interrumpió su propia observación aburrida sobre “la importancia de la Ronda de Doha” para decir sonriente a su amigo Sarkozy: “Fue un gran placer haber podido conocer a su esposa. Ella es realmente una mujer inteligente y capaz, y puedo ver por qué se casó con ella. Y también puedo ver por qué ella se casó con usted”.

 


 
 
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