Un personaje histórico es ahora la voz diplomática de Polonia


Nicholas Kulish / Gdansk, Polonia


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De presencia chispeante e ingeniosa, el caballero alto, mayor, con bastón, no se ve instantáneamente como un sobreviviente de Auschwitz, o como un combatiente en el Levantamiento de Varsovia, o como un disidente encarcelado durante el comunismo.


De hecho, Wladyslaw Bartoszewski es todo eso y más. No obstante, también es el tipo de hombre que, en un día muy ocupado, se detiene a conversar con las mucamas del hotel y con toda seguridad, las hace reír antes de continuar su camino.


Es muy poco factible que el mundo produzca muchos más Wladyslaw Bartoszewski, y, es probable, que eso sea algo bueno, dadas las cosas por las que tuvo que pasar y presenciar desde una edad temprana. Sin embargo, a pesar de que su vida se haya forjado por medio de un sufrimiento inmenso, nada de eso logró definir su perspectiva.


“Los optimistas y los pesimistas viven exactamente el mismo tiempo, pero los optimistas son considerablemente más felices”, dijo divertido y encogiendo los hombros, cuando se le preguntó sobre su famoso buen humor.


Bartoszewski, con 86 años, lleva a cuestas, con un toque ligero, una historia demasiado pesada. Es un don que le ha permitido, a una edad en la que la mayoría de su generación se retiró o murió tiempo atrás, ser un diplomático exitoso para Polonia así como una fuente de autoridad moral.


“No sé qué tanto más voy a vivir”, dijo, con bastante naturalidad, en una entrevista. “Nadie lo sabe, tampoco. Puedo decir que mi plan es ayudar al gobierno tanto tiempo como yo pueda decir que es necesario. Mi idea es morir en funciones, y no por la esclerosis.”


Ha fungido dos veces como ministro de relaciones exteriores de su país, y está trabajando de nuevo como asesor del primer ministro Donald Tusk. Su responsabilidad especial tiene que ver con las dos relaciones más complicadas de su país, con Alemania y con Israel. Ambos lo han honrado varias veces por su trabajo de toda una vida para mejorar los vínculos.


No obstante, sigue siendo agradable y accesible en un grado admirable. Si bien no es el padre de su nación, sí es su abuelo lleno de sabiduría, pero chistoso. Usa su historia personal no como un garrote, sino como una abertura para su encanto y comprensión.


“Estoy de parte de la gente del centro, en lugar de con los extremistas”, expresó. “La humanidad ha sufrido enormemente debido a los extremistas motivados ideológicamente, en Europa y en todo el mundo.”


Desafortunadamente, se le dio un buen lugar para poder hacer ese comentario. Nació en Varsovia en 1922, y sólo tenía 17 años cuando participó en la fallida defensa de su ciudad natal cuando el ejército nazi conquistó Polonia en 1939. Un año después, Bartoszewski se encontraba entre los muchos jóvenes polacos católicos a los que atraparon y enviaron a Auschwitz, y entre los muy pocos que tuvieron la suerte de sobrevivir.


Fue liberado en 1941, y fue a trabajar con la resistencia. Ayudó a fundar el clandestino Zegota o Consejo para la Ayuda a los Judíos, que proporcionaba dinero, lugares para esconderse y documentos de identidad falsos a judíos polacos que trataban de huir del holocausto. Esta asistencia era punible con la muerte durante la ocupación nazi. En 1965, el Yad Vashem, el monumento y el museo del holocausto oficiales de Israel, nombró a Bartoszewski uno de “Los Justos entre las Naciones”.


Después de la guerra, Polonia cayó dentro de la esfera soviética. A Bartoszewski lo recompensaron por su trabajo para liberar a su país y salvar a sus compatriotas judíos volviéndolo a poner tras las rejas.


“Para cuando tenía 32 años, había estado ocho años en prisiones y campos”, dijo Bartoszewski.


Tras su liberación en 1954 -- y en el año siguiente, rehabilitado por el régimen --, se hizo periodista de un periódico católico en Cracovia, y, posteriormente, catedrático de la Universidad Católica de Lublin. De nuevo, formó parte de un movimiento clandestino, en esta ocasión, una red de enseñanza llamada la Universidad en Vuelo, que operaba al margen del sistema educativo oficialmente aprobado.


Cuando el último líder comunista de Polonia, el general Wojciech Jaruzelski, declaró la Ley Marcial en diciembre de 1981 como parte de un esfuerzo por suprimir al movimiento Solidaridad, Bartoszewski fue encarcelado una vez más, hasta su liberación el siguiente abril.


Para las elecciones de 1989, sólo libres en parte, pero no obstante vistas como una victoria de Solidaridad, Bartoszewski tenía 67 años, bastante pasada la edad para retirarse. Sin embargo, apenas estaba empezando, y se embarcó en su carrera diplomática, primero como embajador en Austria y, después, como ministro de relaciones exteriores en dos gobiernos diferentes, en 1995 y de nuevo de 2000 a 2001.


Se mantuvo muy ocupado en su retiro escribiendo libros y participando en consejos, como el Consejo Internacional Auschwitz, del que es presidente. Sin embargo, el gobierno nacionalista, con frecuencia divisorio, del primer ministro Jaroslaw Kaczynski, y su hermano gemelo, el actual presidente Lech Kaczynski, hizo que regresara a la pelea.


Se convirtió en un crítico feroz y habló francamente en contra de ellos antes de las elecciones de octubre pasado. Después, el Primer Ministro nuevo ofreció hacerlo otra vez ministro de relaciones exteriores. Rechazó la propuesta en favor de su ex subalterno, Radek Sikorski, pero estuvo de acuerdo en asumir una función de asesoría especial.


“Decidí regresar a pesar de mi edad porque estaba convencido de que se puede hacer algo”, dijo.


Si se habla con expertos y observadores sobre las relaciones entre Polonia y Alemania, es invariable que su nombre sea el primero en salir al tocar el tema del relajamiento de las tensiones que se ha dado desde que el nuevo gobierno llegó al poder el año pasado.


“Es una política personal completamente nueva”, dijo Gesine Schwan, su contraparte como coordinador del gobierno alemán para las relaciones germano polacas y ahora candidato a la presidencia por los socialdemócratas.


Bartoszewski no muestra signos de reducir el ritmo, y dice que planea publicar cinco libros en los próximos años, uno de los cuales será de 100 biografías cortas de personajes famosos a los que ha conocido. Comentó que sus múltiples proyectos lo motivan a seguir trabajando mientras pueda hacerlo.


“¿Qué más podría realmente pedirse?”, dijo, antes de tomar el bastón y dirigirse a una reunión con el embajador polaco en Alemania, y, después, esa tarde, con la propia canciller alemana Angela Merkel.

 

 


 
 
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