La muerte de una joven modelo revela una vida de aislamiento


Cara Buckley / Nueva York


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Había una inevitabilidad sombría en las preguntas que siguieron a ese momento oscuro en el centro de Manhattan, a finales de junio, cuando una joven, conocida como la “Rapunzel Rusa”, cayó al suelo.


La mujer, Ruslana Korshunova, tenía 20 años, y la Policía dictaminó que su caída desde el balcón de su departamento en el piso noveno había sido un suicidio. Fue una conclusión que la familia y las amistades de Korshunova rebaten acaloradamente, en gran medida porque creen que pudo haberse resbalado.


Independientemente de la causa de la caída de Korshunova, su muerte desató una pequeña tormenta en los medios informativos. Korshunova era una modelo joven y hermosa que trabajó para algunos de los diseñadores más importantes del mundo.


Algunos se preguntaron si las presiones de su oficio, plagado de historias sobre jóvenes que sucumben a la depresión, la anorexia y las drogas, tuvieron algo qué ver con su muerte. Después de todo, en el imaginario popular, las modelos llevan vidas de opulencia y aventura: hombres mayores y ricos las adulan, salen de juerga toda la noche, viajan en jets por todo el mundo. Todo eso podría parecer demasiado para una joven como Korshunova, quien se encontraba en una ciudad encarnizadamente competitiva, lejos de su casa —en su caso, en Kazajistán—, y apenas había pasado la adolescencia.


No obstante, muchas personas en el medio dicen que esa imagen de las modelos es un estereotipo que con frecuencia tiene poco en común con la realidad. Más bien, dicen, el mayor peligro que tienen las modelos extranjeras en la Ciudad de Nueva York es uno muchísimo más común: la soledad.


“Muchas de estas chicas son muy jóvenes, todavía están aprendiendo inglés, y se espera que se valgan por sí mismas y maduren de la noche a la mañana, básicamente”, dijo Megan Walsh, gerente del estudio de Craig McDean, un fotógrafo de modas. “No están listas. Solía ser cazatalentos de modelos y esa fue la razón por la que lo dejé. Un día me di cuenta. Pensé: ‘No puedo creer que estemos sacando a estas chicas de sus pueblitos, ya sea en Ohio o en Estonia. No se les da la oportunidad de ser chicas y crecer’.”


En los últimos años, la popularidad de modelos de Rusia y el este de Europa ha aumentado mucho, sustituyendo el fervor por las mujeres brasileñas generado por la supermodelo Gisele Buendchen hace unos ocho años. Sciascia Gambaccini, quien fue directora de modas de la ya desaparecida revista Jane, dijo que parte de lo que ha hecho que las modelos rusas y las del centro y este de Europa sean tan atractivas es lo muy en serio que toman su trabajo. Muchas de las chicas provienen de ambientes humildes y envían una gran parte de sus ingresos a sus casas.


“A la gente le encanta trabajar con las chicas de Europa del este; trabajan duro, y son hermosas”, dijo Gambaccini. “Trabajé en el modelaje en los ochenta. Ahora las chicas son más listas, y quizá, también, mejores en los negocios.”


A diferencia de las modelos que salían mucho de juerga en el pasado, dijeron Gambaccini y Walsh, no recuerdan la última vez que una modelo actual se presentó tarde a la sesión de fotografías, aun cuando algunas todavía se duermen muy tarde.


“Las exitosas, con las que nosotros trabajamos, con las que hacemos las campañas de Dior, esas chicas no salen y se van de juerga”, dijo Walsh, quien trabajó con Korshunova y la describió como “muy, pero muy, tierna”. “Lo toman como un negocio”, dijo. “Se mantienen saludables.”


Las modelos extranjeras en la ciudad sí cuentan con redes de apoyo. Las de Rusia o Europa del este tienden a mantenerse unidas. Irina Miccoli, una modelo rusa de 20 años, que pasa parte de su tiempo en Sudáfrica y parte en Nueva York, describió los círculos de las extranjeras en la ciudad como “mini sociedades”. “Y es una gran ayuda”, dijo.


Es frecuente, que las agencias de modelos también se aseguren de que las madres u otras personas que las cuiden las acompañen a las sesiones de fotografía, y hacen que las menores de edad vivan con otras modelos, así como con una chaperona. Iulia Cirstea, una rumana de 20 años, que se mudó hace poco a un departamento para modelos en el lado este de Manhattan, dijo que no se siente sola a menudo. También recibe apoyo de la chaperona en el departamento. “Es como una mamá para todas nosotras”, dijo Cirstea.


No obstante, el reto de trabajar en un país extraño y no hablar inglés puede ser especialmente aislante. Dasha Vlasenko de 25 años, nacida en Estonia, que vive en el elegante lado este de Manhattan, dijo que es frecuente que las modelos más jóvenes echen de menos su casa. “Veo chicas que constantemente extrañan mucho su hogar”, comentó.


Y la competición es feroz en Nueva York, donde se fija una prima para las jóvenes que encajan en un cierto molde de la moda. Anine Bing, de 25 años, de origen danés, se fue de Nueva York después de cuatro meses porque le dijeron que estaba demasiado curvilínea y tenía muy poca estatura, y que su aspecto era más apropiado para California.


“Nueva York es el lugar más difícil del mundo”, dijo Bing, quien vive en Los Angeles. “Todas las modelos más famosas están ahí, y se tiene que ser superalta y superdelgada. Era demasiado duro para mí. No aguantaba, no pude manejar la presión.”


Con 172 centímetros, Korshunova estaba en el lado de menor estatura para una modelo. No obstante, consiguió trabajo muy codiciado, ya que hizo las fotografías para un anuncio de perfumes Nina Ricci y apareció en un anuncio de DKNY, así como en las portadas de la edición francesa de Elle y en la rusa de Vogue. Ya que trabajaba en IMG Models, que representa a algunas de las modelos mejor pagadas del mundo, incluidas Buendchen, Heidi Klum y Kate Moss, es muy factible que ella ganara un salario de seis dígitos, dijeron personas del medio, y, quizá, siete mil dólares por una sesión de fotografías. No obstante, no estaba en el codiciado peldaño de más arriba, ocupado por modelos cuyos rostros se conocen universalmente.


“Cuando a una le va muy bien, una se puede sentir optimista en extremo, pero también hay momentos en los una se siente pesimista en extremo”, dijo Jesper Lannung, una modelo que también tiene Modelshotel.com, una red social en internet. “Puede ser algo muy solitario. Se te presiona de formas diferentes. Hay muchas expectativas, y se espera que mantengas cierta imagen.”


La muerte de Korshunova ha generado cierta reflexión en un medio que se ha visto como superficial de tiempo atrás.


“No hay una sola persona en este negocio que yo conozca que no haya dicho: ‘Esto es realmente perturbador y trágico, y qué cosa tan horrible’”, expresó Neal Hamil, director de operaciones norteamericanas de Elite Model Management. “Y todo el mundo tiene una percepción más dura respecto de las jóvenes, y les preguntan: ‘¿Estás bien? ¿Hay alguna cosa de la que quieras hablar? Porque nos puedes decir cualquier cosa’.”

 

 

 


 
 
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